Muchos al leer el titular de esta información habrán dado 'palmas con las orejas', sin descartar el ya famoso grito de Cristiano Ronaldo que sale de su yo más profundo, es decir, su ego. La mala noticia es que la red que se ha convertido en el principal altavoz del presidente estadounidense, sólo ha interrumpido su cuenta unos minutos.

Pero ¿por qué se ha producido esa suspensión? Antes de llegar a la respuesta quizá sea necesario aclarar que, en momento alguno, a nadie se le pasa por la cabeza que la dirección de Twitter, ante las conductas de Donald Trump que más de una vez han vulnerado los criterios de la red social, hubiese podido adoptar una decisión de ese calibre.

Y no porque no existan denuncias públicas contra el mandatario y sus mensajes en la plataforma del pájaro azul. No existía la sospecha de la medida drástica porque no hace demasiado tiempo Twitter ya justificó el no cierre de la cuenta de Trump por su supuesto "interés periodístico".

Entonces ¿Quién o qué está detrás de lo ocurrido? En un primer momento, y así se empeñó la compañía en decirlo, todo se debió a un "inadvertido error humano", es decir, algo así como que el becario de turno (siempre se llevan ellos la culpa) tocó el botón rojo sin querer y... pasó lo que pasó. Así lo explicaba Twitter:

No obstante, el tan manido recurso del error humano no intencionado que compite en número de usos con el no menos utilizado error técnico de carácter desconocido, parecía chirriar por algún sitio (o por varios). Así, y puesto que la paz mundial se estableció en las redes durante 10 u 11 minutos, empezaron las especulaciones. Rápidamente, la compañía propietaria de Twitter tras la correspondiente "investigación" de turno (que para eso están en América), tuvo que reconocer que de "inadvertido error humano" nada de nada.

En efecto, en su último día de trabajo, un empleado de Twitter decidió cortar a uno de sus usuarios más ilustres, nada más y nada menos que Donald Trump. Una vez subsanado el fallo, la paz abandonó las redes sociales y el presidente estadounidense volvió a tomar las riendas de su dispositivo para lanzarse a una de sus grandes pasiones: dar con las teclas a diestro y siniestro.

De todo este asunto hay una curiosidad que no se puede pasar por alto. Trump, que es tan vehemente (y maleducado en muchas ocasiones) con tantos colectivos ¿por qué no se ha quejado de Twitter tras suspender su cuenta aunque fuera por unos minutos? ¿Se le estará ablandando el corazón?