En estos tiempos modernos lo habitual es observar a gente ‘enganchada’ a su teléfono móvil en el bus, el cine, el metro, andando por la calle e, incluso, al volante. Hemos convertido el smartphone en un complemento de nuestro vestuario, de nuestro trabajo y, en general de nuestra vida cotidiana –sin entrar en el tema de los wearables o el Internet de las Cosas- debido, sobre todo, a las redes sociales.

Si unimos ese uso incontrolado a los niños, entonces las consecuencias son imprevisibles. De las que tienen que ver con la salud, se ha hablado en muchas ocasiones.

Sin embargo, nunca se abordan las relacionadas con otros aspectos de la vida de los pequeños. Para darse cuenta de esto basta echar un vistazo a la investigación Global kids online ‘Los derechos de la infancia en la Era Digital’ que revela que los adolescentes españoles que ahora tienen 15 años disfrutaron de su primer móvil con 12. Un dato sorprendente que se queda corto con otro: los niños de entre 9 y 10 años tuvieron su primer teléfono a los 7.

Incidencia en su educación

Ser usuarios de plataformas como Facebook o WhatsApp a edades tan tempranas incide de forma directa en la educación infantil y en la ortografía. Aunque no parece que sea necesario decir los motivos, por si acaso, según señalan desde la startup Walinwa, la inmediatez que requiere esta era digital en la que estamos inmersos conlleva que queramos escribir tan rápido como hablamos. Para lograrlo, recalcan, se usan “abreviaturas, se acortan palabras, se llaman a las cosas por sus siglas” e, incluso, se recurre a los emoticonos.

Cabe subrayar que este fenómeno no es nuevo, y ya en tiempos de los SMS se detectó algo similar, aunque no tan contundente.

Es, sin duda, un nicho de mercado que, a la vista de los acontecimientos, puede ser muy importante a medio plazo. Walinwa, tal y como describen sus creadores, propone “un innovador método educativo que aplica las nuevas tecnologías a la ortografía”. Por aquello de que hablamos de que los pequeños que presentan estos problemas son nativos digitales, esta empresa trabaja a través de internet con sesiones personalizadas. En ellas el alumno “avanza dependiendo de su evolución, edad y temario académico. Cada frase usada en el proyecto está extraída de obras literarias españolas de todos los géneros, por lo que también fomenta el conocimiento de libros y autores”.

Método pedagógico

Esta compañía propone un método que sigue las técnicas “más novedosas de la pedagogía”. Al final el objetivo es trabajar la ortografía “potenciando habilidades mentales como la observación, la clasificación, el pensamiento lógico, la comparación y la ordenación”.

 

En palabras de Virginia Ricoy, cofundadora de Walinwa, aunque existe un dato positivo derivado del uso de la tecnología -“escribimos y leemos mucho más que hace unos años”-, hay otro negativo como es que “nos relacionamos a través de una pantalla y vemos con más frecuencia expresiones erróneas y faltas de ortografías que se almacenan en nuestra retina”.

El uso del smartphone para comunicarnos en redes sociales o plataformas de mensajería, en el caso de las personas adultas no tiene tanta trascendencia porque tienen “asumidas las reglas ortográficas con facilidad”, dándose cuenta de los grandes fallos. El problema, dice Ricoy, viene con los más pequeños que “memorizan esas palabras mal escritas y cometen faltas de ortografía constantemente”.

Memoria visual

La clave está en la memoria visual que en los niños “tiene mucha fuerza”, en opinión de Roberto Salvador, también cofundador de esta empresa. Una utilización adecuada de esta memoria es hacer que “vean siempre las palabras bien escritas y las memoricen de forma correcta”.

Grosso modo en esto se basa Walinwa, cuyo método requiere 10 o 15 minutos al día. Como explica Salvador, “entre las faltas de ortografía” más repetidas en redes sociales y chats se encuentran “la ausencia de tildes, eliminar los signos de puntuación y confusiones entre ‘a ver’ y ‘haber’, ‘a’ y ‘ha’ o ‘¡Ay!’, ‘ahí’ y ‘hay’”. El mejor sistema para corregirlo es “leer… pero leer libros no redes sociales, trabajar la ortografía con los más pequeños y repasar todo lo que escribimos en las redes sociales”, concluye.

Seguramente, muchos al leer esta información, además de darse una vuelta por Walinwa, empezarán a preguntarse los porqués de convertir el teléfono o la tablet en una especie de ‘cuidadora’ virtual. Insistimos en que de las consecuencias sobre la salud volveremos a hablar, en especial pensando en los progenitores a quienes esto no les preocupa porque ‘no hay mejor manera’ de que sus hijos estén ‘calladitos y entretenidos’. Allá cada cual.