El pasado viernes recibimos en la redacción de ELPLURAL.COM la versión para la prensa de Horizon Zero Dawn, la nueva creación de los estudios Guerrilla, en exclusiva para PlayStation 4, que saldrá a la venta el próximo 1 de marzo. Desde entonces, hemos vivido un fin de semana muy intenso, poniéndonos en la piel de Aloy y explorando la tierra post-post-apocalíptica que durante más de cinco años ha estado desarrollando Guerrilla.

La primera impresión es la de que Horizon Zero Dawn es un juego de escalada, y no porque su heroína sea una excelente trepadora, sino porque va de menos a más de manera vertiginosa. Al inicio, uno no puede evitar preguntarse si estamos ante la enésima aventura RPG con el mecanismo de recolectar, saltar, despistar al enemigo y darle matarile por la espalda. Y surge la duda de cuál es el factor diferencial de esta obra para postularse a ser el gran éxito de 2017.

Las dudas se esfuman enseguida, cuando se comprende que lo que hace único a Horizon Zero Dawn es su capacidad de combinar con naturalidad los mejores rasgos de los grandes videojuegos de la última década, además de una fascinante historia que, sin histrionismos, te hace sentir empatía por su protagonista desde el inicio.

Quizás uno de los apartados más sobresalientes sea la jugabilidad, capaz de permitirte infinidad de acciones y estrategias para enfrentarte a los enemigos con apenas un par de botones, al estilo de la saga Assassin’s Creed. Todo es fluido y natural y puedes peliculear la acción con facilidad, lo que junto a su amplio abanico de posibilidades para desarrollar estrategias hace que cada enfrentamiento con las máquinas robóticas o los enemigos humanos sea  una experiencia diferente.

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Quien opte por evitar el enfrentamiento directo, puede rememorar los mejores momentos de sigilo, como en Metal Gear Solid, sacando partido de la variada Inteligencia Artificial de las máquinas. Porque cada especie tiene su propio comportamiento, así como puntos débiles que facilitan a Aloy el reto de enfrentarse a estos animales robóticos con sus armas primitivas. Una información, como tanta otra del juego, a la que accede la protagonista con un ingenio informático que le acompaña desde su infancia y que le permite hackear su entorno a través de la realidad aumentada, al estilo Watchdogs.

La parte de exploración y roleo es también apasionante. El mapa es inmenso y vivo y, aun así, prescinde de tiempos de carga. Y, al margen de las misiones principales, que ya de por sí dan para 30 horas de juego, la experiencia se multiplica gracias a sus misiones secundarias y recados. Muchos de estos últimos se activan en función de nuestras decisiones, porque los creadores han implementado un sistema de dilemas para afrontar las situaciones y diálogos, sin que desvirtúe la historia principal.

Y, a pesar de todo, Horizon Zero Dawn se adapta al jugador no sólo por el camino que decida tomar, sino porque puede evitar las largas conversaciones con los PNJ que caracterizan al rol gracias a que se señalan cuáles son las que son fundamentales para la historia o para recibir misiones. Y si alguien quiere dialogar con un personaje, pero luego se arrepiente, puede saltar las conversaciones de manera fluida.

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Otra de las facetas que alejan a Horizon Zero Dawn de los RPG puros que intimidan a muchos jugadores es su sencillez en la mejora de las habilidades, con un árbol muy práctico que se acompaña de pequeños vídeos de demostración. Lo mismo ocurre con los atuendos y las armas, que se mejoran o modifican con un par de sencillos pasos. Y el ritual de granjear elementos, que es fundamental, por ejemplo, para tener la salud a raya, es muy ágil para evitar la desmotivación que producía en el jugador, por ejemplo, el desollamiento de animales en Red Dead Redemption.

Pero todo esto quedaría cojo sin la historia arrebatadora que el equipo de Guerrilla ha trabajado durante dos años. El giro post-post-apocalíptico nos presenta un mundo donde los humanos han dejado su lugar predominante a las misteriosas criaturas robóticas, cuyo origen pende sobre nosotros desde el principio. La civilización ha sucumbido y sus restos son enigmáticas ruinas de acero y hormigón a las que los humanos, que ahora viven en tribus, no quieren acercarse.

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Aloy es una heroína, lo que ya es raro en el mundo del videojuego, que pertenece a la tribu Nora, que se organiza de manera matriarcal, lo que es más raro todavía, también en nuestro mundo. Pero empezamos siendo una paria, rechazada por todos, que tiene que buscar su hueco en la sociedad partiendo desde abajo. Esto genera empatía en el jugador desde el inicio, pero también le desafía a escalar en su vida y, sobre todo, en la historia, a la búsqueda de los enigmas de su origen.

Además, esta historia ambientada un milenio después de la caída de la civilización justifica que el mundo esté tomado por una naturaleza exuberante y arrebatadora. Lo que sirve a Guerrilla para lucirse con un apartado gráfico que quita el sentido en todos sus aspectos. La iluminación y las texturas son un arte puro y provocan que, desde una cacería hasta una exploración, pasando por un duelo, se conviertan en momentos mágicos ante los que dan ganas de detenerse para apreciar su plenitud. Todo elevado una potencia más gracias al cuidado doblaje al español del juego, con voces conocidas como las de Michelle Jenner o Dafne Fernández.

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Si hubiera que ponerle alguna pega, habría que acudir a las escenas cinemáticas del principio, donde algunas texturas pecan de cierta plasticidad, como la sangre o el pelo suelto de la Aloy niña. Pero son detalles que se resuelven según avanza la historia y que podrán subsanarse mediante el parche de día cero que ya ha anunciado el estudio.

Y otro detalle que, en algunas ocasiones, resta realismo es la interacción con los PNJ, a los que no se puede disparar o atacar, y que se muestran impasibles ante acciones alocadas de la protagonista, quizás con la excusa de que es una paria y está prohibido hablar con ella. Pero hubiera sido interesante añadir un sistema de reputación para nuestros actos que, hasta donde hemos llegado, no ha aparecido. Aunque, a la larga, podría haber lastrado la fluidez del juego que, no olvidemos, es un Action RPG y no un RPG puro y duro.

En definitiva, Horizon Zero Dawn es un juego con una acción frenética, una jugabilidad adictiva, una historia profunda, un guión arrebatador y una factura gráfica maravillosa. Elementos que, por separado, pueden hacer brillar a un videojuego, pero que pocas veces pueden verse todos juntos. Algo a lo que sólo pueden aspirar las obras maestras. Y Horizon Zero Dawn lo es