Sin duda alguna, la seguridad de las plataformas de mensajería instantánea es un tema muy recurrente. Hace tan solo unos días, informábamos en El Telescopio del ‘tirón de orejas’ que la Comisión Europea daba -o tiene la intención de ello- a herramientas como WhatsApp. No obstante, esa llamada de atención bajo el argumento de proteger la privacidad de los usuarios, podía ser entendida como la apertura del melón del uso de los datos por parte de las operadoras de telecomunicaciones.

Cada vez que se habla de seguridad, precisamente, la aplicación del teléfono verde, propiedad de Facebook y la más usada del planeta, aparece como paradigma por su vulnerabilidad, y ello a pesar de que en 2016 anunció la mejora en este sentido gracias al llamado encriptado de las comunicaciones.

Este mismo lunes, aunque reconociendo que esa seguridad para las comunicaciones ha mejorado en los últimos meses, se ha vuelto a insistir en que gran parte de las apps de mensajería instantánea siguen sin cumplir la Ley de Protección de Datos.

Cifrado no es igual a cumplir la normativa

Lo asegura Eduard Blasi, abogado especialista en protección de datos y cofundador de la aplicación Nepcom. A su juicio, el simple hecho de incluir un mecanismo de cifrado en las comunicaciones no significa que cumplan la normativa.

Seguridad no es sinónimo de privacidad. Este aspecto únicamente se cumple si la app demuestra de forma efectiva el cumplimiento del derecho a la intimidad y a la protección de datos en su totalidad.

Para Blasi, en la gran mayoría de este tipo de herramientas “desconocemos qué se hace exactamente con nuestros datos y cómo se gestiona nuestra información”. En referencia a la opacidad y a la falta de transparencia sobre dónde van a parar los datos, cuánto tiempo se conservan y con qué finalidad se van a utilizar, una de las grandes incógnitas que rodean a este tipo de aplicaciones y los beneficios económicos que encierran, la clave está en que muchas de ellas realizan transferencias internacionales de información a países que no ofrecen un nivel adecuado de protección. Esto es especialmente preocupante según qué tipo de datos se manejen, como por ejemplo, información sensible o confidencial entre abogado-cliente o médico-paciente.

"La privacidad tiene un precio"

Desde Nepcom, solución de la que Blasi es fundador, se asegura que esta app sí cumple con las todas las exigencias de la normativa vigente, disponiendo, además, de “sólidas medidas de seguridad para garantizar la inaccesibilidad y la inalterabilidad de la información”.

Cuadro comparativo en materia de seguridad de tres aplicaciones de mensajería instantánea. elaborado por Nepcom.

Los responsables de esta empresa con sede en Sabadell indican que “la privacidad tiene un precio que los usuarios costean de forma indirecta en el momento en que se aceptan, la mayoría de ocasiones sin leer, las condiciones de la app”.  

Cuando alguien decide descargarse una aplicación y no comprueba las condiciones que conlleva esa ‘gratuidad’, entran en juego una serie de condicionantes que se traducen en ese ‘pago en especie’ en forma de los llamados metadatos, es decir, aquella información relativa al usuario (horas de conexión, nombre, dirección IP, fecha, etc) susceptible de ser objeto de un uso comercial.

El sentido común, siempre presente

De ahí que Eduard Blasi llame la atención sobre el hecho de que una herramienta gratuita debería anular cualquier expectativa de privacidad por parte del usuario, aludiendo explícitamente a la responsabilidad de cada uno a la hora de recurrir a este tipo de soluciones free.

Una vez más ha de imperar el sentido común que, siendo el menos común de los sentidos, en este apartado concreto que tiene que ver con los soportes de utilización diaria que nos ofrecen las nuevas tecnologías, debe imponerse a cualquier otro… por nuestra propia seguridad.