El pasado mes de septiembre, Elon Musk, dueño de Tesla, anunciaba al mundo su proyecto más ambicioso [más loco dirá alguno]: colonizar Marte. No es el único que ha soñado con llegar al planeta rojo, por supuesto. La fascinación del ser humano por él ha estado presente en la ciencia y la literatura desde hace milenios.

También la ESA, la Agencia Espacial Europea, ha hecho realidad su propio sueño. En octubre, la misión Mars Express entraba en la órbita y la sonda Schiaparelli comenzaba a realizar la serie de experimentos programados para tratar de resolver el misterio de si alguna vez hubo vida en Marte y si queda algún vestigio de ello.

Por supuesto, el mundo del espectáculo no podía perdérselo y, aparte de The Martian, la película con la que Ridley Scott nos martirizó el año pasado, este domingo comienza la emisión en National Geographic Channel de "Marte", una serie de National Geographic que une la ficción con el documental. "Ahora podemos acompañar a la primera misión tripulada a Marte, que en un hipotético año 2033 intentará aterrizar y colonizar el planeta rojo", anuncia la web del canal. Por cierto, el propio Musk aparece en ella, junto a algunos de los científicos que más han investigado sobre la posibilidad de un viaje de esas características.

"El cuerpo humano no se adapta al espacio"

Esos mismos expertos advierten sobre las dificultades que supondría la vida en Marte. El ex astronauta John Grunsfeld explica: "El cuerpo humano no se adapta bien al espacio. Y las cosas empiezan a fallar". Los músculos y los huesos se debilitan, aparecen problemas de visión. Eso, solo durante el viaje para llegar hasta allí, que dura ocho meses en gravedad cero. 

La serie comienza este domingo y la emite Fox. 

Pero ese no es más que el comienzo de los problemas. La atmósfera de Marte está compuesta básicamente por CO2, lo que la hace irrespirable. Además, en la superficie marciana nos esperan dos tipos de radiación distintas: por un lado, los rayos cósmicos galácticos, que suenan a novela de Isaac Asimov, pero son reales, partículas diminutas que se mueven a velocidades cercanas a la de la luz; y por otro, la radiación solar. La exposición continuada a ambas acelera la aparición del cáncer.

Y, por supuesto, no podemos olvidar los problemas psicológicos. A la soledad, la distancia del resto de la civilización y los largos períodos de tiempo en los que no sucede nada en absoluto se une la necesidad de convivir durante meses en espacios muy reducidos y, más tarde, en un hábitat también muy reducido. 

Pero, de momento, podemos sentarnos en el sofá y disfrutar de la misión desde el salón de casa. Aunque, a la vista de cómo está el patio en la Tierra [Trump, Brexit, Rajoy...], a más de uno le van a entrar ganas de subirse en esa nave y marcharse a Marte en busca de una vida mejor.