En los últimos años se ha puesto el foco en la Iglesia Católica por los innumerables escándalos que han protagonizado. El oscurantismo en el que vivía antes la institución dejó paso a una época en las polémicas se situaban en la órbita de los clérigos que la componen.

Abusos sexuales, pederastia y un sinfín de controversias han envuelto el halo sagrado de una institución ideada para un fin diametralmente opuesto. Muchos son los críticos que ubican a la Iglesia en un pasado, en cuanto a doctrina se refiere, donde se sentía inviolable, y le exigen una modernización.

Este es el caso de la asociación Catholics for Human Rights. Mientras el Vaticano participa como observador permanente en la ONU una sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, en la que se aborda el empoderamiento femenino, este colectivo ha elevado una queja a las instancias de la organización.

Solicitan que se le retire la condición de observador permanente de la ONU al Vaticano. Lo han hecho a través de un escrito presentado ante el secretario general, Antonio Gutierres. Esta asociación considera que la Santa Sede no puede seguir en estas sesiones mientras conserve su doctrina “sexista”