Los navajazos al expapa del Palmar de Troya nos hace rememorar los altercados más demenciales ocurridos en las iglesias, desde avalanchas de “fans” hasta crímenes políticos.

Una reyerta era lo último que le faltaba a la iglesia del Palmar de Troya para completar su rocambolesca historia. Por sorprendente que parezca lugares tan sagrados y beatíficos como las iglesias han sido escenario de no pocas escaramuzas con muertos incluidos.

Expulsión de los mercaderes pintado por Giotto

Desde que Jesucristo expulsara a los mercaderes del Templo de Jerusalén a latigazo limpio hasta a las palizas que periódicamente se propinan los monjes de las distintas confesiones en la iglesia del Santo Sepulcro, la historia nos hace ver que las iglesias son un escenario más propicio de lo que parece para la violencia.

Tal es lo que nos cuenta en el siglo XI el fraile francés Adémar de Chabannes a propósito de las reliquias de San Marcial las cuales provocaron medio centenar de muertos por la avalancha de fieles que supuso:

"En mitad de cuaresma, durante las vigilias nocturnas, cuando al entrar en ese mismo santuario una gran muchedumbre se apiñó en torno a la tumba de San Marcial, más de cincuenta hombres y mujeres se pisotearon entre sí y expiaron en el interior de la iglesia, al día siguiente los enterramos".

Reliquias de San Marcial en Limoges (fuente www.lamontagne.fr)

En otras ocasiones las iglesias se convirtieron en escenarios bélicos (incluso entre bandos de la misma confesión) y de este modo en la guerra de los Comuneros nos encontramos auténticas matanzas en iglesias como fue el caso del pueblo toledano de Mora donde en 1521 las tropas realistas incendiaron las puertas del templo tras las que se ocultaba la población, sin percatarse que junto a la población se encontraban los barriles de pólvora que causaron tal destrucción que se calcula murieron más de tres mil vecinos de Mora pasto de las llamas, el escombro y la explosión.

Otro crimen mucho más selectivo ocurrió el 15 de septiembre de 1485 y tuvo como víctima al aragonés Pedro Arbués, este inquisidor no empezó su labor con muy buen pié, de hecho, en una ocasión intentó excomulgar a toda la ciudad de Teruel, y en seguida tanto judeoconversos como cristianos viejos se percataron que sus intenciones eran más políticas que piadosas, tratando de utilizar las acusaciones de herejía como fórmula para quitarse de en medio a los altos dignatarios de Aragón.

Finalmente, y tras haber intentado asesinarle en otras dos ocasiones, Pedro Arbués fue apuñalado mientras rezaba en la Seo de Zaragoza, un crimen que no desencadenó más que nuevas muertes y mayores represalias contra los judeoconversos.

Asesinato de Pedro Arbues pintado por Murillo

Pero no siempre los asesinados han sido personas religiosas, al contrario, también hay víctimas que como el poeta Carlos Boyl fueron asesinadas en las puertas de la catedral de Valencia como es este caso. Curiosamente el crimen de Boyl lleva más de 4 siglos sin ser resuelto, ignorándose aún las causas por las que este poeta valenciano fue acuchillado.

Otra muerte igualmente turbia es la del político Isidoro Gutiérrez de Castro, linchado hasta su muerte en la catedral de Burgos, ciudad de la que era gobernador civil. El 25 de enero de 1869 Isidoro acudió a la catedral en calidad de gobernador civil con la misión encomendada por el ministro de fomento, consistente en inventariar los bienes catedralicios, esta medida impopular, ya que suponía la incautación de no pocos bienes de la Iglesia, hizo que desde el cabildo se diese la voz de alarma a una turba descontrolada que mutiló y asesinó al gobernador arrastrándole desde el claustro hasta la Puerta Sacramental.

Se ve que el fanatismo y la mala uva no entiende ni de religión, ni de partidos políticos, ni de tiempo, ni lugar.

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El atroz crimen de Isidoro Gutiérrez en la catedral de Burgos se saldó con un solo de tenido que terminó indultado. No hubo culpables aparentes pero solo había un sospechoso… el cabildo catedralicio