En 2019, las Fuerzas de Seguridad del Estado liberaron a 418 mujeres víctimas de las redes de trata de personas con fines de explotación sexual. La labor policial permitió impulsar 533 investigaciones que se saldaron con la detención de 1.030 presuntos miembros de estas organizaciones criminales.

En lo que se refiere al periodo de Estado de Alarma decretado el 14 de marzo de este año en España, el Ministerio de Interior informa de que supuso "un notable cambio en todas las dinámicas criminales, incluida la trata de seres humanos". El confinamiento afectó en mayor medida a las víctimas más vulnerables, es el caso de las mujeres atrapadas en los espacios donde estaban siendo explotadas sexualmente, pero no cancelaron permanentemente su actividad aún teniendo, aparentemente, sus puertas cerradas.

Por ese motivo, Policía Nacional y Guardia Civil reforzaron durante este periodo las inspecciones preventivas en lugares con riesgo de producirse la explotación en cualquiera de sus ámbitos, lo que ha permitido a las unidades de ambos cuerpos realizar al menos 133 operaciones contra grupos organizados que se saldaron con la detención de 196 traficantes de seres humanos y la liberación de 215 víctimas.

Durante los meses en que estuvo vigente el Estado de Alarma, APRAMP atendió a cerca de 2.700 mujeres, teniendo en cuenta que descendió un 73% su actividad y que anualmente 'rescata' a unas 1.500 mujeres. Actualmente, la asociación tiene a 6 mujeres protegidas, con proceso penal abierto, lo que Rocío Nieto, directora de la Asociación, considera un "gran éxito".

Los cabos sueltos por resolver

Sin embargo, la explotación sexual no es el único objetivo perseguido por la redes de trata de personas. El pasado año, 428 personas fueron rescatadas de estas organizaciones que las habían traído a España con la finalidad de explotarlos a nivel laboral.

A estas cifras hay que añadir el resto de la actividad policial contra los grupos organizados y mafias que fuerzan el traslado a España de personas para cometer delitos o ejercer la mendicidad o pedida de limosna para el enriquecimiento de los tratantes de personas, así como cientos de niñas que son obligadas anualmente a contraer matrimonios concertados, un hábito aceptado por ciertas culturas o religiones.