La imagen de Juan Carlos I ha sido durante casi tres décadas protegida por los profesionales de la información en aras de preservar la figura de la institución monárquica y la importancia del rey emérito, basándose en que la llegada del rey a España fue clave para la cohesión del país y la conformación de la democracia tras cuarenta años de dictadura franquista. La protección ejercida por parte de la prensa española sobre el rey Juan Carlos y sus asuntos ya no existe. Un telón que ha costado muchos años echar abajo, pero que la publicación de las conversaciones de Corinna con el excomisario José Villarejo y el empresario Juan Villalonga sacadas a la luz por El Español ha terminado por confirmarlo. 

Tal y como aseguró la periodista Pilar Eyre a ElPlural.com en una entrevista el 21 de enero de 2017  "en la transición, tras el 23-F, se juntaron los cuatro directores de los periódicos más importantes de Madrid e hicieron un pacto entre caballeros, un pacto de ‘manga ancha al rey’, de no inmiscuirse en sus temas personales. Pero eso ya se ha levantado. Ese pacto ya ha prescrito. A la hora de informar sobre la Casa Real ya no existe la censura que existía antes".

La publicación de las cintas de Corinna suponen un golpe letal contra dicho pacto. Y es que, la exprincesa y actual empresaria, ha acusado directamente a Juan Carlos I de haber cometido delitos tales como tener propiedades en el extranjero y puestas a su nombre por motivos fiscales: "No lo ha hecho porque me quiera mucho, sino porque resido en Mónaco", confiesa Corinna. Quién podría imaginarse esta situación hace unos años. Tal y como asienta Pilar Eyre, “a la hora de informar sobre la Casa Real, ya no existe la censura que existía antes”.

En enero de 2008, Paolo Vasile tuvo que salir a aclarar públicamente que las presiones del Rey emérito no habían sido el detonante de la desaparición de Aquí Hay Tomate; “El Rey no acabó con ‘El Tomate’ pero sí llamó a Berlusconi para quejarse”. Un año después después, el consejero delegado de Mediaset confesó: “El Gobierno no llama para presionar, es mucho más agobiante la Casa Real”.

Para entender la evolución a la hora de tratar los temas derivados de Juan Carlos I podemos usar el caso ‘Barbara Rey’ como paradigma. El 17 de enero de 2017, OkDiario publicó la siguiente información: “El CNI compró el silencio de Bárbara Rey, amante de Juan Carlos I, con fondos reservados en Luxemburgo”. Una información de la que se hicieron eco los principales programas de sociedad que acaparan buena parte de la parrilla de las televisiones más vistas en España, como por ejemplo Sálvame Deluxe, donde esa semana dedicó parte de su programa a airear la relación que el monarca supuestamente mantuvo con la ‘vedette’, constatando que en apenas ocho años, la prensa del corazón pasó del silencio a tratar sintapujos sus affaires.

Sobre el fin de la censura también se refirió a este periódico Iñaki Inasagasti, quien afirmó que “el pacto de silencio existió, pero se rompió con el escándalo de Botsuana en 2006 y su ‘lo siento mucho, no volverá a ocurrir’”, además de reflexionar que “cuando se abre la veda, siempre hay alguien que cuenta la historia”. El exsenador del PNV añadió: “No ha sido una persona sensible, no ha tenido una fundación, un proyecto social… Sólo se ha preocupado de él: de sus viajes, de sus restaurants, de sus amantes y de sus cacerías.”

Lejos queda el suceso sobre las fotos del desnudo de Juan Carlos I. Alfonso Sobrado Palomares, exmiembro del Consejo Editorial del grupo Zeta y exdirector de Interviú, así lo relató a ElPlural.com: “Las imágenes del monarca, desnudo al sol, en la cubierta del Fortuna, se publicaron en el año 1995 en la revista italiana ‘Novella 2000’. Esas fotos fueron vistas en España más tarde, fuera de lugar. Entre los periodistas había un pacto no escrito de respeto al rey. Creo que hubo una confluencia de factores, desde una deferencia tácita entre los periodistas, al que se sumó el respeto a la institución en aquellos momentos”.

Juan Carlos I de Borbón ya no es una figura intocable para los medios de comunicación y las conversaciones de Corinna con Jose Manuel Villarejo y Juan Villalonga no hacen más que seguir destruyendo la coraza, ya prácticamente resquebrajada, de impunidad informativa del rey emérito.