Fue el pasado domingo día 24 de junio cuando las puertas de la cárcel de Brieva (Ávila) se abrieron a Cristina de Borbón tan discretamente que ninguno de los periodistas que se encuentran en las inmediaciones se percató de su presencia.

Después de una semana, Iñaki Urdangarín tenía derecho a 40 minutos de visita y su esposa asistió al encuentro. La infanta cumplió todos los requisitos impuestos por Instituciones Penitenciarias para tener acceso a un preso, pero para no alterar el funcionamiento normal del centro, que el domingo alberga las visitas de los familiares, se estableció un horario distinto. Según Instituciones Penitenciarias, esto también se hace con otros presos cuando se considera oportuno. Este es el motivo porque la visita de la infanta pasó inadvertida.

La hermana del Rey hizo todo cuanto pudo para no llamar la atención de la prensa y así lo consiguió. Ese mismo día, horas antes, había sido vista por las calles de Ginebra con sus hijos, su suegra, Claire Liebaert, la infanta Elena y otros familiares. El motivo de este paseo por la ciudad suiza fue la celebración del fin de estudios en el École International de Genève del segundo hijo del matrimonio Urdangarín-Borbón. Toda la familia se reunió en el lujoso Hotel Four Seasons des Bergues Geneva. Este festejo era algo que el matrimonio planeó hace tiempo y la entrada en prisión del que un día fue duque de Palma no impidió la celebración prevista.