Otra vez más vuelve a salir a relucir un viejo miedo. El terror de que España se rompa. Este temor tan manido en la política española tiene un curioso origen histórico que explicaría muchas cosas del presente. El pánico a que España desaparezca de la noche a la mañana además de evidenciar una desconfianza absoluta en la solidez del país parte de un episodio histórico tan antiguo como legendario, la pérdida del reino visigodo por parte del rey don Rodrigo.

Pocos reyes se han visto más envueltos en leyendas como el rey don Rodrigo, con elementos mágicos como la puerta de los cerrojos o la mesa del rey Salomón. En la imagen Rodrigo espiando a Florinda pintado por Franz Xaver WinterhalterEn 1492 el músico de los Reyes Católicos, Juan del Encina, ya decía de Granada (y por ende de todo el reino) “Perdióte el rey don Rodrigo por su dicha desdichada” es decir que fue todo fruto del azar y que efectivamente de un día para otro España se podía pulverizar.
A día de hoy, sabemos que la caída de don Rodrigo se debió a diversas razones más creíbles que a sus novelescos amoríos con la bella Florinda o las profecías de la cueva de Hércules. Pero gracias a libros como la Crónica del rey don Rodrigo con la destrucción de España escrita por Pedro de Corral, se dio por cierta la posibilidad de que el estado español se derrumbase.

El libro de Pedro de Corral está más cercano a los libros de caballerías que al rigor histórico pero no por ello se ha dejado de usar como fuente histórica

De nada sirvió que otros historiadores  de la época criticasen la falta de rigor de este libro, (Fernán Pérez de Guzmán lo tachó de “mentira palatina”) la creencia novelesca de un rey demasiado osado que acaba por echar a perder su reino terminó calando en la sociedad y ese temor de que se podía romper España volvió a aparecer  un siglo después en el Tratado de la verdadera y falsa profecía escrito por Juan de Horozco y Covarrubias.

Esta obra imbuida en la mentalidad del siglo XVI se centra en las artes adivinatorias, pero más allá de la credibilidad de las mancias resulta muy interesante la descripción que hace de los miedos y anhelos de la población de finales del siglo XVI, entre ellos al igual que pasa hoy se encontraba el miedo a los que querían romper España.

Juan de Horozco y Covarrubias no le da veracidad a esos augurios, es más, los considera “imaginaciones impertinentes” sorprendiéndose que personas sensatas se detengan en tales falacias. Habla incluso de una especie de bunkers en los que se cobijarían “los pocos se decía se habían de salvar” de las “desgracias y desastres” que acontecerían en ese año de 1588.

En una de las notas del texto el autor especifica:

“Los falsos profetas de estos días amenazan en este año de 88 se ha de perder España y que se habían de salvar en la cueva de san Cebrián de Toledo los escogidos y fue particular engaño de esta doncella que no se nombra”.

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Lugares como los túneles de la fuente grande de Ocaña han sido sospechosos de formar parte de esos bunkers apocalípticos del siglo XVI

Esa muchacha a la que Horozco pone de vuelta y media en el texto no es otra que Lucrecia de León una vidente de la época que acabó enfarragada en cuestiones de política precisamente por decir que nada menos que el rey Felipe II estaba rompiendo España.

Ayudada por otros intrigantes personajes de la corte comenzó a ganar fama como adivina y esto hizo que su profecía sobre la destrucción de España a causa de los excesos y soberbia del rey fuesen creídos por la población suficiente como para considerar esas palabrerías como un peligro público.

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De nada sirvió a Felipe II  anexionar a sus dominios el reino de Portugal, también él fue también acusado de querer romper España

Al final todo fue destartalado y como la historia ha demostrado nada de tal profecía se cumplió, lo que sí parece evidente es que Lucrecia fue utilizada por una organización, la Congregación de la Nueva Restauración cuya pretensión era crear de modo indiscriminado una alarma social con fines políticos, o como diría la Real Academia de la lengua Española, terrorismo.