Hoy, con el tema aún candente de la boda real británica, no viene mal recordar un episodio que no les hará mucha gracia a los monárquicos ingleses, hoy celebramos el  531º aniversario de la engañifa más célebre de la familia real británica.

Nos referimos a la coronación como rey de Inglaterra de Lambert Simnel, un suplantador cuyo mérito principal no fue solo tomar el pelo a todo el reino, si no hacerlo siendo un niño de 10 años.

La historia de Lambert Simnel (o John como también es conocido) comenzó hacia 1477 en el seno de una familia humilde que encomendó la educación del niño al sacerdote Rychard Symonds. Este clérigo que había sido formado en Oxford se percató de un detalle clave, el enorme parecido entre Lambert  y el rey niño Eduardo V.

Eduardo V

Este joven monarca había ascendido al trono en 1483, es decir, cuando tenía solo 12 años, lógicamente él no estaba al mando si no que se llevo a cabo una regencia por parte de su tío paterno RicardoDuque de Gloucester.

Pero a poco que uno eche cuentas advertirá que Ricardo no solo era el regente de ese niño si no su peor enemigo, porque una vez muerto el padre del muchacho, lo único que obstaculizaba el ascenso al trono de Ricardo era precisamente el sobrino que debía proteger. El lio estaba garantizado.

Para echar más leña al fuego la familia materna, los Woodville, reclamaron la custodia tanto del rey Eduardo V como de su hermano pequeño Ricardo, duque de York, regalándole una excusa ideal  al intrigante tío Ricardo para “protegerlos” en la Torre de Londres.

A partir de ese momento Ricardo puso sus cartas encima de la mesa, y tras declarar bastardos a sus sobrinos se proclamó rey de Inglaterra.

Eduardo V y su hermano Ricardo pasaron a la historia como “Los príncipes de la Torre” donde todo apunta que fueron asesinados

No hay que ser muy conspiranoico para imaginar lo que pasó en aquella lúgubre mansión. Sin saberse muy bien cómo los niños desaparecieron y aunque no había pruebas contundentes de su asesinato, no volvieron a aparecer jamás dando vía libre al ya coronado como Ricardo III.

En ese momento el clérigo Richard Symonds cayó en la cuenta de que Lambert Simnel, su joven pupilo podría ser un suplantador ideal con el que derrocar al ya por entonces odiado Ricardo III.

Ricardo III sin su excesiva ambición no hubiesen aparecido reyes falsos

En un principio la idea de Symonds era suplantar a Eduardo V, pero  le debió de parecer demasiado arriesgado o quizá excesivo para ser creíble, por eso le hizo pasar por otro aspirante al trono, un primo del difunto rey niño, el conde de Warwick.

Los apoyos no tardaron en aparecer, el conde de Kildare desde Irlanda secundó la idea y Margarita de York (tía del niño suplantado) reconoció a Lambert Simnel como heredero al trono.

Desde Borgoña una tropa de 2.000 hombres secundó la candidatura de Lambert y el 24 de mayo de 1487, el joven fue coronado en la catedral de Dublin como Eduardo VI.

Lambert Simnel convertido en Eduardo VI

Esto favoreció el apoyo de otros nobles desde Inglaterra que no dudaron en unirse al bando del nuevo rey cuando el 16 de junio de 1487 plantaron cara al heredero de Ricardo III en la batalla de Stoke Field cerca de Nottinghamshire.

Aquello acabó como el rosario de la aurora, los nobles huidos, el cura Symonds a punto de ser ejecutado y el pequeño Lambert detenido. Se libró por su edad y por haber sido  considerado un títere político, de hecho pasó sus días como empleado de la corona, como cocinero primero y alconero después.

Y es que parece que la corona británica tiene tendencia a generar reyes falsos pues años después apareció Perkin Warbeck afirmando ser Ricardo (el hermano de Eduardo V) y reclamando para sí la corona inglesa. Pero eso ya es otra historia.