Cuando uno tiene la posibilidad de observar ciertas campañas de publicidad de los años 50 donde se sitúa a la mujer en un marco ciertamente similar a la esclavitud, resulta inevitable llevarse las manos a la cabeza. Sin embargo, el tratamiento por parte de cierto sector del periodismo a la figura de la mujer resulta similar. Equiparar a deportistas de élite con niñas inexpertas y desvalidas, ubicadas en el mundo gracias a una figura masculina y utilizar sus cuerpos como reclamo, no hace más que ayudar a la descomposición de la profesión periodística. La estraegia del periodismo deportivo para acercar al espectador una disciplina femenina concreta, no es hablar de la disciplina en sí, sino de la mujer que la practica. Vender un deporte cosificando a la deportista. Y eso, no es periodismo.

Los ejemplos en los que se puede comprobar cómo desde los medios especializados en deporte se menosprecia la figura de la mujer son incontables. Desde estos medios se justifica el uso de la deportista con un mero objeto para vender una noticia y así, obtener más visitas. Por ello, convertimos la profesión en esclava del 'clickbait' (cebo de clicks). La mejor jugadora de bádminton del mundo, es un ejemplo perfecto. En vez de ponderar la figura de Carolina Marín tras su rotundo éxito en los Juegos Olímpicos de Río de 2016, para el diario 'As', el verdadero protagonista del oro, no fue quien lo consiguió, sino su entrenador.

Si desde 'As' se infantilizó la figura de la jugadora de bádminton, equiparándola con una niña caprichosa, la cual, sin la ayuda de un hombre para enderezarla no habría conseguido nada, en El Mundo hablaron de que “y hasta se ha echado novio”. A pesar de su carácter, claro.

Además de sendos ejemplos, también resulta significativo el uso desde 'lainformación.com' de la infantilización de una mujer campeona oliímpica en bádminton. El uso del término “niña” y la referencia a Nadal consiguen restar importancia a su gesta. ¿Qué habría sido de esta pobre niña sin un referente como el tenista?

Otro caso similar al de Marín es la de Lydia Valentín, mejor deportista del mundo en la disciplina de halterofilia. Valentín es presentada como una “cenicienta sin príncipe” o una “Hércules sin maquillaje”. Hablamos de dos mujeres, independientes, luchadoras, las mejores del mundo en sus respectivas disciplinas tras años y años de esfuerzo y trabajo, para ser presentadas como meros objetos. Como princesas desvalidas, o sorprendiéndose de encontrarnos una mujer con destrezas tales como las del género masculino. 'ABC' y 'Marca', apoyando el deporte femenino:

Y es que los Juegos Olímpicos son simepre una excusa para que los medios deportivos saquen a la luz sus instintos más varoniles, llegando a intoxicar la información deportiva con estos tintes machistas. Allison Stokke es "la atleta que te enganchará al salto de pértiga en Rio 2016”, Winifer Fernández, “la belleza dominicana por la que nos encanta el volley" y sin olvidar las listas de “buenorras internacionales en los Juegos Olímpicos de Río” o de las “olímpicamente atractivas”.

Estos ejemplos son tan sólo una pequeña muestra del tratamiento informativo dado a las mujeres deportistas de élite. Para Yolanda BesteiroPresidenta de la Federación de Mujeres Progresistas, a las mujeres "no se las trata por su cualidad de deportistas sino por su condición de mujer, potenciando una imagen sexista y estereotipada. En lugar de referirse a su trayectoria, esfuerzo y disciplina, se tratan cuestiones personales o incluso el mérito es atrbuido a su entrenador o a su novio por dejarla entrenar o porque colabora en casa, lo cual deja tiempo libre para dedicarse a su profesión. En vez de tratarlas por sus méritos deportivos, como hacen con los hombres, se las trata por su condición de mujer". Además, Basteiro se refiere al uso de los medos de las visitas como justificación: "Ese morbo no se utiliza para tratar otro tipo de noticias, como por ejemplo racismo o xenofobia. Nadie lo vería normal, por muchas visitas que generara. Sin embargo, cuando se trata de mujeres, no caen en la cuenta de que la están discriminando, perpetuando la desigualdad"

Brecha salarial, el gran problema

La brecha salarial en España resulta más que evidente, por mucho que desde el Gobierno se trate de negar dicha realidad. Si en el año 2010 la brecha entre hombres y mujereses era del 22,55%, en la actualidad ha crecido hasta el 22,86%. Estos datos nos dejan a 7.065.200 mujeres que dejan de percibir de media unos 6.00 euros anuales al año. La brecha salarial es también, por extensión, una piedra en el camino de las deportistas.

Entre los 100 deportistas que más ingresos obtuvieron en 2017 sólo encontramos a una mujer, Serena Williams. La tenista norteamericana es una isla en un oceáno de hombres. Además, en el mundo del tenis, la brecha se acrecenta. Rafael Nadal recibió a final de año 10,2 millones de euros por acabar en el primer puesto del ATP mientras que Simona Halep, recibió menos de la mitad (4,27 millones de euros) por hacer lo mismo en el ranking femenino. El único acercamiento a la igualdad lo encontramos en el US Open, donde hombres y mujeres reciben el mismo dinero por ganar el torneo. Rafael Nadal y Sloane Stephen se embolsaron 3,7 millones de dólares cada uno por vencer.

En golf por ejemplo, el torneo PGA de Pebble Beach de este febrero, en el que participó el número uno mundial Dustin Johnson (EE.UU.), tenía una bolsa de 7,4 millones de dólares , de los que 1,3 millones estaban reservados para el ganador. Unos días antes la china Shanshan Feng, líder de la clasificación femenina, participó en el Clásico de Bahamas de la LPGA, que distribuyó 1,4 millones, de los cuales 210.000 dólares eran para la vencedora. 

En ciclismo, la brecha salarial entre hombres y mujeres se hace evidente en el equipo femenino de Movistar, quienes pagan a sus corredoras un salario de 1.000 euros, la tercera parte respecto a los veloxistas masculinos.

A finales del pasado enero se disputo en la playa de La Salve de Laredo (Cantabria) un campeonato de surf en el que los premios masculinos eran cuatro veces superiores respectos a los femeninos. De los casi 6.000 euros a los primeros clasificados a los 1.100 de las mujeres. Además, este precipicio entre premios fue precedido de una rectificación en el mes de diciembre por parte de la organización del Campeonato Open Las Palmas Surf City, quienes tras la presión social, decidieron equiparar los premios.

En los recientes Juegos Olímpicos de invierno de PyeongChang, los hombres jdisputaron la final de hockey sobre hielo un domingo, el día de la clausura y sin más deportes en disputa. ¿Cuándo se jugó la final femenina? Un jueves, a la misma hora que el eslalon masculino de esquí alpino. De hecho, las ganadoras del oro, el equipo estadounidense, se plantaron en marzo de 2017 pidiendo un sueldo y una mejor cobertura sanitaria, consiguiendo alcanzar sus objetivos. A través de la lucha, la protesta y la manifestación se consiguen derechos. Una lección imposible de olvidar un 8 de marzo.

Para la presidenta de Mujeres Progresistas, la brecha salarial es otro ejemplo que imposibilita el crecimiento de la mujer en materia deportiva: "Es como si las mujeres se dedicaran a un deporte determinada por capricho, porque su verdadera condición es la de ser mujer y dedicarse al cuidado de la familia y otras atribucones que nos  dan a las mujeres. Como para los hombres su actividad total es simplemente el deporte determinado hay que premiarles especialmente. Como para las mujeres es algo accesorio, hay que gratificarlo de una forma menor. No es otra cosa que perpetuar los roles de estereotipo e instaurar la misma brecha salarial que existe fuera del deporte. La misma filosofía para mantener la desigualdad".

El fútbol, otro ejemplo negativo

El deporte más prácticado tampoco escapa de las garras de la brecha salarial. El Mundial disputado en Canadá en 2015, repartió un premio de 12,1 millones de dolares, frente a los 791 que se repartirán este verano en el Mundial de Rusia. La friolera 53 veces más. Carli Lloyd, mejor jugadora del mundial norteamericano ganó 2 millones de euros. Quien se lo lleve en Rusia, ganará 30.

Como paradigma de la igualdad tenemos el ejemplo noruego. Un acuerdo entre la Federación Noruega de Fútbol, la selección masculina y la asociación profesional de futbolistas NISO, las jugadoras del combinado nacional cobrarán lo mismo que los hombres. Ellas pasarán de cobrar 330.000 euros a 640.000 mientras que los hombres bajarán su sueldo de 700.000 a 642.000 euros.