La injusticia ha llegado a tal nivel, que una clase privilegiada de la sociedad lleva siglos sacando tajada solo por ser amigo, pariente e incluso caballo de los poderosos. Hablamos, cómo no, de los enchufados.

Antes de que se inventase la corriente eléctrica incluso antes de que Alessandro Volta inventase la pila ya existían los enchufes. Sobre todo, si entendemos por enchufe la 6ª acepción de la RAE donde se define enchufe como: “Cargo o destino que se obtiene sin méritos, por amistad o por influencia política”.

Y es que el nepotismo (que literalmente significa el favor a los sobrinos) existe prácticamente desde que existe el poder. En el mundo antiguo lo vemos en infinidad de casos como la llegada al gobierno de Augusto por su parentesco con Julio Cesar o Tiberio que a su vez fue adoptado por Augusto comenzando una linaje de enchufados desde la más remota antigüedad. 

Ser hijo de alguien influyente es mérito más que de sobra para llegar a ser emperador como por ejemplo sucedió con Tiberio

Otro ejemplo fue Incitatus el caballo de Calígula el cual fue nombrado cónsul, amén de otros tantos privilegios. Lo cual puede entenderse de dos maneras, como una bravuconada del emperador demostrando que podía colocar a dedo los cargos que quisiese o una crítica a los otros cancilleres haciéndoles ver que hasta un equino sería capaz de ser político.
Lo cual demuestra que quizá en la política es donde más destaque el nepotismo, no solo por semejanza con organizaciones criminales donde “la familia es lo más importante” si no por los desastres que deja a su paso un inepto enchufado.

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A pesar de que la política es el ámbito más conocido del nepotismo, la iglesia cuenta con casos de “enchufes”. En la imagen el papa Paulo III con sus nietos, pintado por Tiziano

El ejemplo más llamativo lo encontramos en Perico Chamorro, el aguador de la Fuente del Berro, quien pese a su humilde oficio se convirtió en asesor del no menos incompetente Fernando VII. Anteriormente hubo otro caso paradigmático como fue el nombramiento de José Bonaparte como rey de España sin más mérito que ser hermano de Napoleón dejando servido en bandeja el descredito a un pueblo que nunca lo respetó.

Así seguiríamos con casos en los que ni aun esforzándose el “enchufado” podría desempeñar bien su cargo, como sucedía con el infante don Fernando de Austria, el cual fue nombrado arzobispo de Toledo con 9 años y a los 10 cardenal. Y es que no hay ámbito en la sociedad inmunizado al nepotismo. La iglesia dio buena muestra de ello y si hubo un papa español como Alejandro IV fue en gran medida por ser sobrino de Calixto III.

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Aunque no fue el único niño nombrado cardenal, el infante don Fernando de Austria fue un buen ejemplo del nepotismo más descarado

En la nobleza  pasaba otro tanto de lo mismo, títulos y prebendas difíciles de conseguir eran logrados sin esfuerzo por los personajes más desconocidos. Antonio de Alora fue uno de ellos y pese a ser hijo de un pregonero de Medina del Campo logró ser caballero calatravo gracias sobre todo a su colegueo con el Conde Duque de Olivares.
Otros amigos de los poderosos, en este caso de la reina Mariana de Austria fueron la baronesa de Berlips y el fingido aristócrata Enrique Wissen, conocidos popularmente como “la perdiz” y “el cojo” y cuyos mayores logros fueron su afición la bebida, como quedó reflejado en la coplilla popular.

A la Berlips otros dicen

es la cantina alemana

que bebe vinos del Rhin

más que sorbetes y horchatas

La nobleza, la iglesia, la monarquía  e incluso el ejército con casos como Manuel Godoy que pasó de ser cadete de la guardia de corps a Príncipe de la Paz, generalísimo, duque de la Alcudia, regidor perpetuo de Madrid… en definitiva todos los títulos habidos y por haber.
Este aluvión de títulos desencadenó que los nobles difundiesen el rumor de cómo Godoy se esmeraba en las tareas de alcoba beneficiándose a la reina María Luisa de Parma.

La carrera meteórica de Godoy es el mejor ejemplo de cómo para ser primer ministro no es necesario haber demostrado una valía política

Sea cierta o no esta habladuría, lo que es indudable es que durante siglos la corrupción de nuestros gobiernos ha despreciado la injusticia que supone el enchufismo y lo que es peor, las fatales consecuencias de abrir la puerta a ineptos, holgazanes y elementos perjudiciales para el gobierno, cuyas fechorías pagamos entre todos saliendo ellos por lo general de rositas y bien servidos de por vida.