Están pasando tantas cosas… que no sabría decirles cuál de todos los sucesos me ha inspirado para hablarles de este tema. Pero en vista a que vivimos en la era dorada de la gazmoñería evitaré concretar nada, no vaya a ser que alguien se ofenda y acabe yo por estas letras desterrado o remando en galeras ahora que se han puesto tan de moda condenas propias de otros tiempos.

Es por ello que seré claro, el Estado secuestró gente. Pero que no se preocupen fiscales y leguleyos, fue el reino de Nápoles que como es un organismo que desapareció en el siglo XVIII no hay manera humana de que nadie se sienta dolido ni esgrima la espada del victimismo para tomar represalias por lo que voy a decir.

Remontémonos en el tiempo hasta el 13 de junio de 1747 y viajemos en el espacio hasta la ciudad italiana de Portici, porque allí nació nuestro protagonista de hoy, el sucesor de Carlo di Borbone, también conocido en España como Carlos III.

Carlos III padre de nuestro protagonista.

Fue un día especialmente alegre sobre todo porque después de cinco niñas llegaba al fin el primogénito varón. Se le bautizó con el nombre de Felipe Antonio, en honor a su difunto abuelo Felipe V, el primer rey Borbón en España; su padrino fue su tío Fernando VI que era a la sazón el monarca español de ese momento y además se le otorgó el título nobiliario de duque de Calabria. Se podría decir, sin temor a equivocarnos, que Felipe Antonio era el hijo predilecto de la rama napolitana de los Borbones, dinastía que por cierto, fue la que terminó haciéndose con la corona hasta el día de hoy.

En 1759 Fernando VI moría en Villaviciosa de Odón sin descendencia, primero había muerto su queridísima Bárbara de Braganza y luego él, dicen que con la cabeza perdida por amor, pero más bien enloqueció por una emponzoñada herencia genética que ya había trastornado a su padre.

Al morir Fernando VI sin descendencia la rama dinástica cambió hacia su medio hermano Carlos III.

Carlos III pasaba a la clasificatoria final como rey de España con tres puntos positivos: una dilatada experiencia como rey (al haber gobernado en Nápoles), no estar loco, y tener un descendiente varón de 12 años con el que perpetuar el linaje. Aunque bueno… ese último dato no fue exactamente así.

Si echamos cuentas es verdad que Felipe Antonio era todo un mozalbete y era el primogénito varón. Es más, técnicamente era el príncipe de Asturias y cuando fuese coronado rey, lo haría con el nombre de Felipe VI. Un Felipe VI que habría desbancado al menos en nombre a nuestro rey actual.

¿Pero por qué nadie sabe nada de este príncipe? ¿Por qué todos los historiadores le llaman infante, si fue el primogénito? Por una sencilla razón, este niño estorbaba enormemente al Estado.

Felipe Antonio de Borbón y Sajonia. El príncipe que nunca fue rey. Retratado por Francesco Liani.

La alegría que produjo Felipe viniendo al mundo se fue disolviendo con el pasar de los días, sus características físicas “gran pesadez de cabeza”, su continua tristeza y mal humor, hicieron pensar que algo no iba bien en aquel niño. Cuando contaba con seis años el embajador de Cerdeña dijo de él que “no parecía gozar de buena salud" aclarando que "hay algo en sus ojos que no armoniza con el resto de sus características".

De él se dijo que era, epiléptico, mudo, deficiente mental e incluso imbécil y todas esas palabras que hoy nos chirrían por lo despectivo de su tono, pero no hay mayor agravio que el propio comportamiento de su familia hacia él, recluyéndolo en los palacios de Capodimonte y Caserta bajo la tutela de su hermano Fernando I de las Dos Sicilias mientras el resto de la familia se trasladaba a España. De este modo la historia nos ha dejado una duda para la eternidad, si no será que en demasiadas ocasiones la política esté por encima de la humanidad. 

Para historiadores como Harold Acton, Fernando I trató a su hermano Felipe Antonio prácticamente como a una mascota.