Tal día como hoy en el año 1582 no pasó nada. Y cuando digo nada es que no hubo ni un nacimiento, ni una muerte, ni un descubrimiento ni ninguna decisión política… nada de nada de nada, absolutamente nada. La razón es sencilla, los días 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13 y 14 de octubre de 1582 no existieron.

El papa Gregorio XIII decidió eliminarlos para siempre, y tiene su explicación. Hasta aquel entonces la cristiandad se basaba en el calendario que había inventado el astrónomo Sosígenes de Alejandría para Julio Cesar, un calendario que tomó su nombre llamándose desde entonces calendario Juliano.

Gregorio XIII verdadero fulminador de días

Este calendario es en gran medida el que utilizamos hoy día de ahí que haya meses con nombres de emperadores romanos “agosto”, “julio”, que siguiesen la numeración de aquella época (septiembre, octubre, noviembre y diciembre, en realidad quieren decir séptimo, octavo noveno y décimo). E incluso que los días de la semana tengan nombres de dioses romanos, Marte, Mercurio, Jovis (que es Júpiter), Venus o Saturno.

El mes de Enero deriva del mes dedicado al dios Jano dios de las puertas, de el derivan términos como janeiro.

Si embargo este calendario era exacto y acumulaba un error que llegado el año 1582 resultaba preocupante. Los experto mátemáticos Luis Lilio, Pedro Chacón y Christophorus Clavius, se pusieron mános a la obra junto con el cosmógrafo Ignazio Danti creando así un calendario nuevo más preciso, el cual en honor al papa le llamaron calendario Gregoriano.

El desfase entre el calendario Juliano y el Gregoriano obligó a quitar varios días con la intención de no seguir acumulando el error, pero no fueron las únicas fechas que hemos perdido a lo largo de la historia. 

Un fallo en los cálculos del monje medieval Dionisio el Exiguo, provocó un error de 4 a 7 años, que lógicamente a nosotros no nos afecta, pero como lo que se trataba era calcular la fecha del nacimiento de Cristo al pobre Jesús de Nazaret le quitaron esos años.

 Para colmo de males, Dionisio calculó la fecha del  nacimiento de Cristo respecto al año inicial de su época que seguía siendo el “ad urbe condita” es decir que se contaban los años desde la fundación de la ciudad de Roma. Un acontecimiento que se supone que ocurrió en el año 753 a. C es decir que ahora mismo estaríamos en el año 2700 de la ad urbe condita.

La fundación de Roma por Rómulo y Remo fue el mito utilizado por los romanos para crear su principio de era.

Pese a su error Dionisio el Exiguo inventó el Anno Dómini (el año del señor). Un cambio de era que se hizo sin modificar el calendario juliano, el cual, como sigue pasando ahora, empezaba en Enero. 

Por lo tanto, el Anno Dómini tenía que empezar también en esa fecha, con lo cual nos encontramos que los siete días que distan del 25 de diciembre del año 753 a.C. al 1 de enero de 754 d.C. tampoco existieron. ¿Y quién tiene la culpa de que los años empiecen el 1 de enero? Los celtíberos.

Los celtíberos dieron tanta guerra que hubo que cambiar el calendario

Parece un disparate pero tiene su explicación en una genial estrategia de guerra.  Antes del año 153 a.C. los romanos celebraban su año nuevo en los en los Idus de marzo (hacia mediados de este mes). Como no se habían inventado aún las rebajas, ni la cuesta de enero, lo que se hacía entonces era nombrar cónsules encargados de dirigir las campañas militares.

En esos momentos el ejército romano se las veía y deseaba con los celtíberos de Hispania concretamente con la población de Segeda que había intentado ampliar su territorio lo cual irritó enormemente a los romanos. 

Esto desencadenó la guerra, pero con el consiguiente problema para los romanos: las muchas leguas que distaban entre la Celtiberia y Roma hacía que los cónsules llegasen casi sin mandato vigente para guerrear. ¿Cuál fue la solución? Cambiar el calendario.

Si los cónsules se nombraban tres meses antes, que es más o menos lo que tardaban en llegar hasta Hispania podrían acometer con mayor eficacia la guerra. Y así fue, el año empezó en las kalendas de Enero y los pobres celtíberos terminaron derrotados por un cambio en el calendario que nunca más se volvió a modificar.

Así que disfruten de lo que queda de este año 2700 de la ad urbe condita, o que se cumplan todos sus deseos para este año 1439 que según la hégira islámica acaba de empezar el pasado 21 septiembre porque aunque estemos en el año 5778 del calendario hebreo las cosas buenas de la vida pasan volando y si encima nos quitan días…