Danza, música, inglés, fútbol, aloha, … la lista es interminable, tan larga como la jornada escolar de muchos niños, cuyas actividades no terminan en el colegio.

Pocos son los pequeños que no acuden a clases extraescolares, para muchos padres, comodín imprescindible para cuadrar su horario laboral con el de sus hijos.

Sin embargo, ¿le estamos robando demasiado tiempo a los pequeños con estas jornadas maratonianas?

Cada vez son más son los casos registrados de estrés en niños. “Presentan síntomas de ansiedad, parecidos a los de los adultos, dolor de cabeza, de tripa, ...”, explica a ELPLURAL.COM Juana García, psicóloga clínica del CPL de Torrejón de Ardoz (Madrid).

La sobrecarga de trabajo no solo tiene efectos sobre su mente, sino también sobre su cuerpo, lo que ha dado lugar al “aumento de quejas en lo que respecta a contracturas y problemas musculares”.

Pero el cansancio no es una palabra que conozcan los más pequeños. “A partir de los 11 años los niños ya son conscientes, pero antes, puedes tirar de ellos infinitamente hasta la hora de dormir, por lo que es muy fácil sobrecargarles”.

“Hay niños que tienen actividades toda la tarde y todas las tardes”, subraya esta especialista.

Esto ha llevado a privar a los pequeños de un aspecto clave para su desarrollo, el juego. “El juego es el mejor complemento. Los niños aprenden jugando. No hay otra, ni mejor forma, y se lo hemos quitado, lo cual es una barbaridad”.

De este modo, “estamos interfiriendo en su desarrollo. Nos quejamos de que no hay creatividad, motivación ni implicación, y es que se la estamos cortando. Esto tendrá consecuencias”. En la actualidad, los niños “no tienen ninguna iniciativa alguna en su horario; todo está programado”.

Juana reconoce que en muchas ocasiones, “en consulta, cuando exploras y preguntas a los niños a qué juegan te dicen: me gusta jugar a … pero solo juego el fin de semana porque...”

Cómo elegir

En lo que respecta a la elección de las actividades, ésta, la mayor parte de las veces, no obedece a los gustos y preferencias del niño sino a la disponibilidad horaria. “No son ni complemento de formación ni alternativa de ocio”, sino la forma de poder 'conciliar'.

Lo más importante, no obstante, es no sobrecargar al niño, para lo que hay que tener en cuenta la edad y el tipo de jornada escolar.

Hasta los siete años no deberían hacer “nada al margen del colegio que no fuese jugar y estar al aire libre”, insiste esta psicóloga. Por otro lado, tampoco “es lo mismo un niño que sale a las dos de la escuela, que el que lo hace a las cinco”.

En el caso de jornadas largas, “de haber actividad, ésta debería ser física. No por tenerles más tiempo sentados van a pensar más”.

Del mismo modo, es importante tener en cuenta las capacidades y personalidad del niño. “Si hay dos actividades, una debería elegirla él”, indica García. “Dejar en sus manos toda la elección puede llevar también a que cambie continuamente y a que la actividad se convierta en un consumible más, por lo que es clave poner límites y guiar”.

Una vez elegidas las clases, los padres han de vigilar si los niños están estresados, desmotivados o cansados, y si las extraescolares afectan a su rendimiento escolar.