Acaba de regresar de Kenia con la sensación de haber cambiado la vida de muchas personas. Guillermo Martínez es un estudiante madrileño del último curso de Ingeniería en Organización Industrial en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) que ha diseñado brazos protésicos mediante una impresora 3D con el fin de ayudar a africanos con problemas de nacimiento, ataques de epilepsia con los que se queman el brazo o amputaciones "de mala manera" que les impiden mover el codo.

Fue a comienzos de 2017 cuando Guillermo compró la impresora para "cacharrear" y experimentar las posibilidades de esta nueva tecnología de fabricación digital: una adquisición que meses después ha tenido grandes frutos. A través de la ONG Bamba Project, este joven estudiante tenía planeado pasar unas semanas en un orfanato en la región keniata de Kabarneta.

Entonces tuvo una grandísima idea: "De repente vi que había empresas que utilizaban esta tecnología para hacer manos protésicas, pero no existía ningún modelo para gente que no tuviera codo", explica. "Como no había modelos ya hechos descargables vía Internet para gente a la que le faltaba el codo, pensé que en los tres meses que me quedaban para mi viaje a lo mejor podía diseñar una prótesis nueva de brazo entero", apunta.

En ese momento, decidió unir ambos proyectos. "Contacté con el orfanato en el que iba a estar ayudando en verano y les dije que yo iba a ir en julio, les conté mi proyecto, y les interesó. Se pusieron en contacto con gente del pueblo y con el hospital", explica.

De esta manera, en el tiempo en el que ha estado colaborando en el orfanato keniata [del 21 de julio al 14 agosto]

Un mecanismo que cambia la vida de muchas personas

Este mecanismo, según explica, funciona introduciendo el brazo por la parte de arriba y manteniéndolo estable mediante un arnés en el pecho. Así, se coloca en el cuerpo y en el momento en el que levanta el brazo hacia arriba, la mano cierra y hace un movimiento prensil, cerrándose y permitiendo coger objetos sin problema.

Para su fabricación ha utilizado una técnica de ensamblado con termoconformado, consistente en una operación secundaria tras la impresión 3D de cada pieza. "Para reducir tiempos de impresión, se imprimen las piezas más grandes sin apenas altura, la cual no es su forma final, y a continuación se someten dichas piezas a altas temperaturas, ya sea por aire caliente o con agua entre 80-100 ºC. Esto supone que la pieza sea moldeable para conformarla de manera manual hasta conseguir su forma final, pudiéndose así ensamblar todas las piezas que componen la prótesis”, añade.

Ha desarrollado hasta tres modelos diferentes de mano prensil [dos de antebrazo y otra de brazo completo] e antebrazo y otra de brazo completo], así como diversos repuestos para cubrir la primera ronda de demanda, gracias al ayuda del proyecto e-nable de la asociación Enabling the Future [que trabaja para fabricar manos artificiales por menos de 50 dólares].

También ha contribuido a la misión del área de Tecnología Electrónica de la URJC, que le ha proporcionado los recursos y consumibles para su desarrollo y donde también ha estado realizando su Trabajo Fin de Grado.

"No me había dado cuenta de lo que estaba haciendo. En el momento en el que les di las prótesis me quedé en shock. Ahora estas personas van a poder tener una vida totalmente diferente a la que habían tenido", sostiene. 

Destaca la gratitud de todos los implicados, "que ha sido enorme". Sin embargo, también ha supuesto "mucha presión": "Tienes que asegurarte de que funcione y de haberte guiado bien sólo mediante fotos". 

Con el objetivo de seguir mejorando la vida de todas las personas que lo necesitan, este joven madrileño tiene previsto continuar su viaje solidario y seguir colaborando con la ONG, "para ir mandando desde España más prótesis a todas las personas que lo necesiten de manera personal".