Además de ser una fantástica recopilación de piezas periodísticas con historias memorables, Crónicas del Calcio de Enric González es una biblia para cualquier amante del fútbol. Una visión única de Italia y sus gentes con el balón como nexo unificador. Existe una historia en concreto que destaca por su originalidad y su impacto. "Grupo Salvaje" es un relato que narra la historia de la Lazio de la temporada 73/74. Un equipo marcado por el fascismo, las armas y la victoria.

La Lazio siempre ha sido un conjunto con raíces profundas en el fascio. Sus ultras, los Irriducibili (Irreductibles), son un violento grupo que jamás ha escondido su simpatía por la ultraderecha. Cómo olvidar aquella imagen de Di Canio, el jugador con Mussolini tatuado en su piel, con el brazo derecho alzado, dedicando un gol a sus camaradas. La década de los 70 en el país alpino fue definida como los años del plomo. Grupos de ambos extremos ideológicos además de la Mafia marcaron una situación definida por la violencia. Un lugar donde una bala era el mensaje. Como en el lejano oeste. Al más puro Sam Peckinpah, aquella Lazio adquirió el nombre de una de sus películas más memorables. El grupo salvaje romano estaba dividido en dos facciones. Dos personajes inolvidables. Giorgio Chinaglia y Luigi Martini. Dos declarados fascistas irascibles que lideraban cada uno de los clanes. No comían juntos, no compartían vestuarios y sus partidos de entrenamiento eran batallas. Pero en el terreno de juego eran uno. Una sola cabeza y una sola mano. Así ganaron la Liga. Guy Chiappaventi, autor de Pistolas y Balones les definió como "locos, salvajes y sentimentales, simpatizantes fascistas, pistoleros y paracaidistas, jugadores de azar y bailarines de club nocturno; era un equipo dividido en clanes, con dos vestuarios; quien entraba en la habitación errónea corría el riesgo de encontrarse con la amenaza de una botella rota bajo el cuello". 

Tal era el nivel de demencia que todos tenían pistola. Varias son las anécdotas en las que el hierro ocupaba la atmósfera de aquel equipo. En una ocasión, un piloto exigió asombrado que no se podían subir armas de fuego a un avión. Tuvieron que guardarlas todas en una bolsa negra, en una situación al más puro estilo cinematográfico. Además, eran de gatillo fácil. Durante las concentraciones, uno de los divertimentos del equipo era hacer puntería contra farolas y demás elementos del mobiliario público. Una vez, los tifosi de la Roma acudieron en plena noche al hotel donde se contentraba la Lazio, para interrumpir el sueño de los jugadores en la noche previa a un derbi. ¿Qué hizo el Grupo Salvaje? Disparar. Una bala es la mejor indirecta para hacerte entender. No les volvió a ocurrir. En otra disparatada anécdota, el centrocampista Luciano Cecconi murió en 1977 en el momento que atracaba de broma una joyería. El dueño no entendió la gracia del jugador y le disparó. 

Giorgio Chinaglia

Existe una figura determinante en la historia laziale. Un hombre que interpretó el papel de héroe en el largometraje de aquella temporada. Giorgio Chinaglia, alias Long John. Un futbolista que podría haber interpretado a Luca Brassi en El Padrino. Abiertamente fascista, su conexión con el hampa traspasa lo meramente estético. Murió con una orden de arresto del Estado italiano residiendo en Estados Unidos. Long John trató de adquirir el equipo de su corazón tras inventarse una supuesta oferta de un grupo inversor húngaro. En EEUU encontró su segunda casa. Tras su periplo en el New York Cosmos donde compartiría vestuario con Pelé y Beckenbauer, quedó a vivirse allí, como muchos otros compatriotas italianos.  

Es curiosa la relación entre Chinaglia y la Lazio. Entre ambos existe un vínculo más parecido al de una relación tóxica. En ocasiones el corazón te hace enamorarte de la persona equivocada. Es incontrolable. Dentro de la lógica de los ultras, el ariete reune cada una de las características para ser considerado una figura eterna. Necesitan un duce, alguién que pueda liderar su paranoico y envilecido sueño. John murió en 2012 pero su adios sirvió para convertirle en una figura legendaria en el imaginario biancocelesti. Lazio, Chinaglia y fascismo. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La Santísima Trinidad irreductible.