Para una gran parte de la sociedad, ser jugador de fútbol supone cumplir el sueño de una vida. Si alcanzar la felicidad es un objetivo vital, ser futbolista es un atajo para cumplirlo. Obtienes fama, dinero, además de la posibilidad de hacer feliz a mucha gente. Incluso ocupas un púlpito desde el que poder ayudar a quien lo necesite. Sin embargo, existen futbolistas cuya vida extradeportiva ha destrozado la futbolística. Drogas y alcohol para lanzar al cubo de basura el sueño de tantos. Casos que sirven para humanizar a las estrellas, además de dejar un halo de mito en sus carreras deportivas y una contradictoria admiración.

Existe un futbolista que reúne todo lo anteriormente dicho: Paul John Gascoigne, el enfant terrible del fútbol inglés. Su carrera se define fácilmente como los excesos de un amante del exceso. Esa autodestrucción que a veces reluce en el ser humano, está haciendo actualmente que Paul tenga medio cuerpo metido en la barca que cruza el Río Estigia. Seguramente haría buenas migas con Caronte. No me sorprendería que, antes de morir dejara escrito en una nota que dijera que debían enterrarle con una botella de whisky y 50 libras. Tan sólo por si existiera el más allá y pudiera haber algún after abierto.

Adicción, obsesión y locura. Gazza ha sido adicto a cualquier cosa a la que uno se pueda enganchar. Alcohol y cocaína son sólo dos de sus muchos abusos. “Me tomaba hasta 30 latas de Red Bull al día. Por entonces también abusaba del café. No necesitaba una casa, sino un árbol porque era literalmente un búho". Es que Gascoigne también se enganchó a la videoconsola Wii: "Sí, cuando estaba encocado me pasé seis semanas seguidas jugando a la consola, casi sin dormir. Estaba encerrado en un hotel y jugaba contra el personal. Les ganaba a todos, uno por uno. Incluso le compre una Wii al manager del hotel y le dije: entrénate en tu casa y cuando hayas mejorado, ven a verme".

Esta serie de comportamientos no se tienen porque sí. La raíz del problema de sus adicciones, según él viene de los traumas que vivió de niño. “Cuando tenía diez años, el hermano de un amigo murió delante mío, atropellado por un coche. Era la primera vez que salía de su casa sin su madre y ella me había encargado que lo cuidara. Lo atropellaron cuando corría detrás del camión de los helados. Murió en mis brazos, los labios se le movían todavía. Con 16 años también pasé por otro trauma. Mi sobrino pequeño tenía asma y yo había declarado a News of the World que se podía practicar deporte siendo asmático. Cuando leyó aquello vino a preguntarme si podía jugar al fútbol. Yo le dije que sí y a los 20 minutos recibí una llamada diciéndome que estaba muerto.Tenía 9 años”

No hay vuelta atrás

La vida de Gascoigne huele a alcohol, cocaína y fracaso. Situaciones surrealistas de un hombre tocado por la varita mágica del talento pero con una cabeza lejos de este mundo: “Me compre un loro de juguete que decía Hola y yo le contestaba Hola. Al final me harte de aquello y me fui a comprar otro loro para que hablaran entre ellos. Cuando me canse, tiré a uno por la ventana y le arranque la cabeza al otro. Estaba bastante borracho por aquel entonces”

Además, así como muchos otros tantos, Gazza ha jugado varios partidos en estado de embriaguez. “Con el Everton, me enteré de que un rival quería partirme la cara. Me tome cuatro botellas de vino con algunos somníferos. A las seis de la mañana me desperté temblando, así que para calmarme me metí seis vasos de Brandy y algunos cigarrillos. Jugamos el partido a primera hora de la tarde.... ¡Fui elegido man of the match!. Me acuerdo de un partido con el Rangers en el que estaba jugando como el culo. En el descanso el mister me gritó: Paul, qué pasa, ¿que te emborrachaste anoche? Le dije que no y me contestó: Joder, pues vete rápido a tomarte una copa . Me fui a tomar un brandy triple, metí dos goles y otra vez fui elegido man of the match” En 1992 se disputó un Sevilla - Lazio. Maradona y Gascoigne juntos en un terreno de juego. Así lo recuerda el inglés: "Antes del partido cayeron tres botellas de champán. Me acuerdo que marque un gol regateando a cuatro o cinco jugadores. Después, me crucé con Maradona en el campo y le dije: Diego, estoy completamente roto. Me respondió: Paul, yo también"

Gascoigne es un mito. Se ha convertido en una figura icónica idolatrada por muchos pero denostada por otros tantos. Es innegable que su leyenda es comparable a la de estrellas del rock. El grupo Iron Maiden le invitó a una gira de conciertos con ellos. Después de cinco actuaciones el líder de la banda de metal, Bruce Dickinson le dijo: “Paul, nosotros estamos pirados pero, joder, tú lo estás más que todos nosotros juntos. Hemos intentado controlarte, pero es imposible”.

Sin embargo Gascoigne es una víctima. Un hombre perseguido por los tabloides y objetivo de infames escándalos. Podemos ver su deterioro a través de portadas de la prensa amarillista mientras todo el mundo le señala con el dedo, se compadece pero nunca ayuda. Su relación con los bares y las discotecas está a la altura de su relación con el balón. Una mente frágil en el cuerpo más talentoso de la historia del fútbol inglés. Quizás sea imposible un renacer para el genio de Gateshead. Posiblemente no haya vuelta atrás ni redención y su fatal destino esté ya escrito. Sin embargo, pase lo que pase, te perdonamos porque eres el maldito Paul Gascoigne. One of us.