Es 13 de mayo de 1990 y aunque nadie lo supiera, el partido que iba a enfrentar al Dinamo de Zagreb y al Estrella Roja iba a ser la primera batalla de la Guerra de los Balcanes. Por la capital croata, miles de ultras serbios campaban a sus anchas coreando cánticos anti nacionalistas. “¡Zagreb es Serbia!”, aullaban los Delije. “¡Zagreb es Serbia!” gritaba la manada en un ambiente prebélico que nada tenía que ver con un partido de fútbol. Yugoslavia, a principios de los noventa era un polvorín conformado por varias nacionalidades, seis repúblicas, diferentes religiones y numerosos idiomas. Esa diversidad, sumada a un clima beligerante, hacía que la sólida nación que había construido el Mariscal Tito con puño de hierro fuera una especie de cuerpo en descomposición.

Pablo Vicente Sapag Muñoz, profesor de historia de la Universidad Complutense y escritor, contextualiza así la situación: "Yugoslavia era la nación más próspera de las naciones del bloque del este. Su posición equidistante frente a los dos bloques y su independencia frente a la Unión Soviética, permitió un crecimiento tanto social como económico que su alrededor no tuvo. Tras la muerte de Tito en 1980, todos los demonios nacionalistas resurgieron y sirvieron de abono de situaciones como las que vendrían más tarde " Esos auges agudizaron las tensiones y la victoria de Franco Tudjman, de la Unión Democrática Croata, días antes del partido convirtieron a Yugoslavia en una bomba de relojería. Bajo ese aura, se enfrentaron en un partido de fútbol dos pueblos, dos sentimientos y el futuro de una nación. 

Los Tigres de Arkan

Los Delije (héroes en serbio) estaban liderados por Željko Ražnatović, un hombre sin escrúpulos globalmente conocido como Arkan. El serbio encabezaba un grupo ultra que evolucionó en los famosos Tigres de Arkan. Al frente de 3000 soldados comandó a su ejército al Estadio Maksimir. Hablamos de hombres que hoy están en las gradas de un campo de fútbol y mañana están empuñando un fusil. Ražnatović fue un ser sin escrúpulos y sus soldados, seres obedientes dispuestos a entregar su vida por el líder.  El mismo hombre que asaltaba Zagreb junto a su jauría, años después sería llevado a juicio por crímenes contra la humanidad. Pablo Vicente define así al líder ultra: "Fue un radical ultranacionalista serbio que recuperó la estética de los Chetniks, corriente política que defendía la vuelta de una monarquía serbia. Arkan tenía vinculaciones con el ejército y organizó esa fuerza paramilitar que intervino decisivamente en Croacia, Bosnia y Kosovo. Finalmente fue asesinado en las puertas de un hotel de Belgrado, en pleno proceso judicial contra él. Nunca pudo ser sentenciado". De la grada al campo de batalla, imprimiendo miedo y dolor allá por donde iba.  Sin embargo, su muerte no cortó las alas de los Delijes sino que éstos evolucionaron en un grupo mafioso armado con tentáculos en varios países del mundo, incluído España. Una evolución desde el fútbol al hampa, pasando por el mundo paramilitar.

"Sólo fui un rebelde croata; los héroes llegaron con la guerra"

En el Dinamo de Zagreb jugaba Boban, un gran mediocampista cuyo apogeo lo vivió en el Milán. Aquella tarde de mayo, el pie de Zvonimir Boban se convirtió en el detonante de una guerra. No fue metiendo un gol, ni dando un pase; lo que hizo el croata fue dar una patada en el pecho a un policía. Esa agresión se convirtió en un símbolo. Una patada dada en el nombre de un país. El jugador explicó así su acción: "Lo que hice, lo hice por idealismo. Y porque la policía maltrató a nuestros aficionados. Los Delije estaban destruyendo el estadio y prácticamente no hicieron nada. Entonces vi a un policía golpear a un chico joven y la reacción fue la que fue. Y estoy muy orgulloso". Más tarde añadiría: "Solo fui un rebelde croata; los héroes llegaron con la guerra". El policía agredido era bosnio-musulmán, lo que nos sirve como ejemplificación de lo que era Yugoslavia y en lo que se había convertido. Un croata pegando a un bosnio por no parar a los serbios. La antigua nación que abrazaba a todas las nacionalidades en una sola ya no existía. Además, cabe destacar que el origen del policía no era uno cualquiera. Los musulmanes bosnios fueron los que más sufrieron la guerra a mano de unos serbios, que acabarían con la vida de 8000 compatriotas del policía en uno de los genocidios más brutales del siglo XX. Todo comenzó con un encarnizado enfrentamiento entre dos aficiones en un partido de fútbol y acabo derivando en una contienda bélica. Una patada, una guerra; Boban y el efecto mariposa.