José Antonio Arrabal tenía 58 años cuando se quitó la vida, el pasado domingo en su casa de Alcobendas (Madrid), donde vivió 30 años. Su enfermedad, ELA, estaba avanzando a marchas forzadas. Ha dejado grabado un vídeo en el que explica las razones de su suicidio y denuncia su “indignación” porque España no legaliza la eutanasia y se le obliga a “morir solo" y no en compañía de su mujer y sus dos hijos.

“Me parece indignante que una persona tenga que morir sola y en la clandestinidad. Que tu familia se tenga que marchar de casa para que no se venga comprometida. Hoy soy yo, pero pueden ser tus abuelos, tus padres, tus hermanos, tu hijo, o tú”, afirma José Antonio a cámara, antes de tomar una combinación mortal de medicamentos adquiridos en Internet. Lo hace con dificultad, con la mano derecha, la única mano que aún puede utilizar y gracias a que aún puede sorber líquidos con una pajita.

Un electricista, nacido en Ávila
José Antonio ha dejado sobre la mesa su DNI, su historia clínica, su testamento, una carta al juez, un papel en el que hace donación de su cerebro, junto a otro en el que aparece escrito: “No reanimación”. El diario El País difunde este jueves el durísimo vídeo con la despedida de este electricista nacido en Riocabado (Ávila).

En agosto de 2015 le detectaron la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y desde el pasado octubre la enfermedad ha acelerado su deterioro físico. “Ya necesito ayuda para darme la vuelta en la cama, para vestirme, para desnudarme, para comer, para limpiarme. Solo puedo beber con una pajita en una taza de plástico, porque no puedo con un vaso de cristal”, cuenta en su vídeo José Antonio, que añade que necesita ayuda para respirar “sobre todo por la noche”.

 “Lo que me queda es un deterioro hasta acabar siendo un vegetal. Y yo he sido siempre muy independiente. No quiero que mi mujer y mis dos hijos hipotequen lo que me queda de vida en cuidarme para nada”, dice.

"Les he dicho a mi mujer y mis hijos que tarden en volver"
José Antonio lo ha dispuesto todo. Su mujer y uno de sus hijos en la piscina y el otro está en casa de un amigo. “Les he dicho que tarden en volver, para que ya haya pasado todo (…) Así nadie podrá acusarles de colaboración”. 

Antes de irse, José Antonio ha dejado en Change.org una solicitud para que se legalice la eutanasia. Si hubiera sido posible el suicidio asistido, “habría aguantado más tiempo. Pero quiero poder decidir el final. Y la situación actual no me lo garantiza”, explica.

 “La verdad es que es triste que no haya una ley que regule estos actos. Así me la estoy jugando. He tenido que comprar los medicamentos por Internet, lo que no da ninguna garantía”, dice José Antonio, con pesar, antes de acabar con su vida, solo.Él podía haber viajado a Suiza, pero “eran 12.000 euros”, y “así el dinero queda para mi familia”.  En Suiza, como en Estados Unidos, está permitida la eutanasia. 


Las despedidas de Betsy o Brittany
En 2016, la estadounidense Betsy Davis, una artista de 41 años, enferma de ELA como José Antonio, decidió poner fin a su vida tras dar una fiesta muy especial en su casa rodeada de familiares y amigos, con música, películas y bebidas. Se despidió viendo su última puesta de sol frente a las montañas de California.

En 2014, 
la joven estadounidense Brittany Maynard, que tenía cáncer cerebral terminal, programó su propia muerte. Lo hizo “pacíficamente en su cama rodeada de su familia y demás seres queridos", según decía la nota de su despedida.