Es una norma perversa que afecta a la agrupación de tráfico de la Guardia Civil y desde que se implantó no ha traído más que problemas.

El trabajo de los agentes que prestan servicio en estas unidades está sometido a un baremo de puntos del que depende su sueldo. Lo explica a ELPLURAL.COM Juan Fernández, portavoz de la Asociación Unificada de Guardias Civiles, que relata que “dentro de esa puntuación las denuncias son las que más valen”. 

“En las unidades se establecen tres grupos”, detalla. “Un 25% de los agentes estaría en la parte superior del ranking”, con las ‘mejores notas’. “En el medio se situaría un 50% y el otro 25% en la parte inferior”.

Los de este lado de la tabla pueden dejar de percibir entre 130 y 140 euros ese mes. Y, “como nadie quiere perder su dinero”, se lanzan nerviosos a la caza de conductores.

Rivalidad entre compañeros

La norma ha generado importantes conflictos entre compañeros. Las puntuaciones además no están expuestas, de manera que nadie sabe en qué situación está.

Dentro de las unidades esto supone una “auténtica bomba de relojería”, confiesa Fernández, quien conoce bien los problemas internos que este protocolo ha causado.  “Genera animadversión, la gente se oculta cuánto lleva hecho”.

No duda en tachar el sistema de “maquiavélico”. La presión es "brutal". Si caes en la parte inferior de la tabla "recibes una carta en la que se te señala tu bajo rendimiento”, así que más vale multar mucho en los días que siguen. 

Multas innecesarias

Según denuncia el portavoz del sindicato, este modo de operar, que entró en vigor hace alrededor de siete años, ha hecho que se pierda el "factor humano". "Antes, en determinadas situaciones, uno podía advertir sin sancionar, pero ahora esto no vale porque no cuenta", subraya. Cuanto más grave sea la infracción, más puntos, de manera que el agente no perdonará

La norma ha tenido repercusión no sólo en la vida y la convivencia de los agentes sino también en la percepción que la ciudadanía tiene de la Guardia Civil. Para los conductores no ha pasado desapercibido que los controles se situán muchas veces en puntos “estratégicos” que responden de forma clara al “interés sancionador”. 

Recurrido en los tribunales

AUGC ha recurrido en varias ocasiones el sistema ante los tribunales. A cada juicio ganado, explica el portavoz de la agrupación, “subsanan errores”, pero no han conseguido que se cambie la forma de controlar el trabajo. 

La agrupación propone mecanismos que se basen en la motivación, que incentiven y “sancionen si es necesario”, y recuerda que en un cuerpo tan jerarquizado “se sabe muy bien cómo desarrolla su trabajo cada uno”.