316 víctimas. Esta es la cifra oficial que Arcópoli (Asociación de Lesbianas, Gais, Transexuales, Bisexuales y Heterosexuales de las Universidades Politécnica y Complutense de Madrid), ofrece sobre las agresiones homofobas que en 2016 se produjeron en la Comunidad de Madrid. Son datos del Informe del Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia que ofrece este colectivo que ayuda a las víctimas de delitos de odio a través de la página web contraelodio.org.

No son solo estadísticas. Detrás de cada número hay una persona. Una historia que en contadas ocasiones transciende con detalles a la luz publica. Son pocas las víctimas que se atreven a contar el ‘infierno’ que sufrieron por el simple hecho de amar a alguien de su mismo sexo. ELPLURAL.COM habla con Francisco Prato, un joven madrileño a quien pegaron por ser homosexual.

La historia de un valiente
Era octubre de 2016. Francisco Prato tenía 25 años e iba caminando de la mano junto a su novio. Llovía en Madrid, y estaba a punto de llegar a casa. “Era una noche normal. Iba abrazado a mi novio porque compartíamos paraguas. Entonces sentí un empujón. Me giré y vi a un grupo de unos 10 chicos mirándonos a los dos”. En ese preciso instante, empezó el episodio más traumático de la historia de este joven madrileño.  

 

Los puñetazos volaron, pero Francisco no se amedrentó. Le dieron un golpe en la cabeza, pero él se levantó. Tenía claro que estaba sufriendo una agresión homofoba. Quizás por eso sacó fuerzas de donde no tenía, se levantó y besó a su novio. “Nos besamos frente a todos los chicos. Era como una especie de acto desafiante. No teníamos miedo, sólo rabia porque sabíamos que se trataba de un acto de homofobia. Luego nos empujaron a ambos y nos dieron una patada que fue lo que ya hizo que decidiéramos salir corriendo de allí”, explica a este periódico. 

“La sensación que te queda después de una agresión es tan grande y abrumadora a día de hoy aún no he logrado describirla bien. Es una mezcla de una rabia e impotencia inmensa, una indignación sin sentido. Siento tristeza e incluso vergüenza. En segundos dejas todo tu orgullo y te avergüenzas de ser quien eres”, admite Francisco a ELPLURAL.COM.

Francisco Patro, víctima de la violencia LGTBi besa a su novio. 

Cicatrices
Pero el miedo no paralizó a Francisco. Al día siguiente de la agresión acudió al médico. Obtuvo un parte de lesiones. Y lo que es más importante, compresión por parte de la Policía Municipal de Madrid y la ayuda desinteresada de Arcópoli. Sus hematomas en el cuerpo fueron menos dolorosos que el miedo que sintió a volver a caminar por la calle con su chico. “Algunas personas me recordaban físicamente a los que me agredieron”, reconoce. 

Sin embargo, este chico, que fue capaz de besar a su novio cuando le apaleaban por el simple hecho de ser homosexual, pronto se dio cuenta que no valía la pena vivir con miedo. “No vale la pena”, pensó. Y entonces contó lo que le había pasado a sus familiares a amigos. “En pleno llanto decidí escribir lo que me había pasado en ‘Facebook’. Se lo conté a todos mis amigos. Y a día de hoy, sigo sintiéndome infinitamente agradecido por todo el apoyo que recibí. Para nuestras familias fue un motivo de preocupación, pero también nos apoyaron”.  

“Ni un millón de golpes”
Ha transcurrido medio año desde que Francisco fue apaleado por ser ‘maricón’ -eso es lo que le gritaron los energúmenos que le pegaron por ir abrazado a su novio-. Francisco Prato  sigue defendiendo su derecho a ser libre: “Los gays tenemos derecho a no tener miedo. Nuestra felicidad y libertad no lo eligen los demás. Nadie tiene derecho a señalarnos” Y añade a ELPLURAL.COM: “Ni un millón de golpes, ni toda la violencia del mundo, nos hará renunciar a elegir a quién queremos amar”.