Culta, inteligente, capaz de expresarse en varios idiomas y con un nombre bien común en nuestro país. Así es Aurora, una joven con una vida normal que, sin embargo, ha tenido que hacer frente a episodios de rechazo por su apellido y el hecho de ser musulmana. 

Hija de padre egipcio y madre española, Aurora ha visto cómo el discurso anti musulmán ha calado en la sociedad hasta el punto de afectar a su círculo más próximo. “He estado seis años fuera de España”, recuerda, y “al volver me he encontrado con que la mitad de mis amistades no quieren saber nada de mí”. Al principio trabajan de convencerla del por qué con frases como “¿no ves que nos van a quitar los trabajos?

Su aspecto físico “soy bastante blanquita” no le ha creado muchos problemas, a diferencia de lo que le ha ocurrido a “una amiga mía siria, que sufre islamofobia por su color de piel y es atea”.

No lleva velo, lo que facilita las cosas, pero la “delata” su apellido, que sí le ha generado problemas en el ámbito laboral. “Me presenté a unas pruebas para trabajar en un hotel en Canarias, me examiné de inglés, alemán y español, me cogieron y cuando fui a recoger mi acreditación me encontré con que habían quitado mi primer apellido”.

La respuesta cuando preguntó el motivo por el cual se había tomado esa decisión fue que Ali no era adecuado “tal y como están ahora las cosas”. Aurora no llegó a trabajar allí nunca, “por fortuna por aquel entonces había más trabajos”.

Pese a tener que luchar contra este tipo de conductas, por fortuna, se ha librado de agresiones físicas como las que han vivido otras mujeres por tener sus mismas creencias religiosas.   

Cuando hay atentados son días terribles”, recalca, “acabas yendo solo en el metro porque nadie se quiere sentar a tu lado”.