El poeta comunista Fernando Macarro Castillo, conocido como Marcos Ana, ha muerto en Madrid a los 96 años. Fue encarcelado en 1939 y condenado a muerte cuando sólo tenía 18 años. 

Sin rencor

Marcos Ana pasó 23 años de su vida encarcelado por el franquismo. Allí sufrió torturas y cuando salió tuvo que vivir en el exilio. Nunca dio el nombre de sus verdugos, "porque no hay que remover las cenizas del pasado" y sobre todo "porque quienes me torturaron tendrán hijos y nietos", quiso contribuir con esta obra a la memoria histórica. Comunista tolerante y moderado, como se definía, su "única venganza" era "llegar a ver el triunfo de las ideas por las que tantos sufrimos tanto".

"Los presos políticos fuimos los primeros en aceptar la política de reconciliación nacional, pero una cosa es la amnistía, que era necesaria, y otra la amnesia", decía Marcos Ana, que firmaba bajo este seudónimo literario, en recuerdo de sus padres campesinos, Marcos Macarro y Ana Castilla. 

Su última obra, 'Vale la pena luchar', la publicó el año pasado y en ella alentaba a los jóvenes a luchar por un mundo más justo. "Hay que seguir calentando las calles y las plazas porque en la calle está la fuerza", decía en apoyo del Movimiento 15-M.

"Turismo carcelario"

De origen humilde, nació el 20 de enero en el pequeño pueblo salmantino de San Vicente de Alconada, aunque creció en la vecina Ventosa del Río Almar, donde a los quince años vivió el estallido de la contienda civil. Tras recoger el cadáver de su padre entre los escombros de su casa destruida, se alistó en el bando republicano y cuando acabó la guerra, en marzo de 1939, fue capturado en el puerto de Alicante y conducido al campo de concentración alicantino de Albatera.

Aunque consiguió evadirse y ocultarse en Madrid, a los pocos días fue detenido y comenzó su periplo por las prisiones españolas: la cárcel del Conde de Toreno; el penal de Ocaña, donde estuvo 307 días incomunicado; la prisión de Alcalá de Henares y el penal de Burgos, donde pasó 15 años. En esta etapa de "turismo carcelario", como decía con ironía, sufrió castigos y lo único que le mantuvo con vida era la fuerza que le daban los ideales por los que fue encarcelado durante 23 años y condenado a muerte en dos ocasiones.

Fue durante su estancia en el penal de Burgos, hacia 1954, cuando escribió sus primeros poemas, que firmó con el seudónimo literario de Marcos Ana que ha mantenido hasta su muerte. Tenía entonces 33 años.

Sus amigos: Neruda, Allende, Alberti, Miguel Hernández, Picasso...

Cuando recuperó la libertad, en noviembre de 1961, se exilió a Francia y emprendió una campaña internacional contra la represión política en España y en el mundo y se hizo un firme defensor de los derechos humanos y la democracia. Un actividad que le llevó a viajar por medio mundo, en especial en Europa y América, donde conoció a Pablo Neruda o Salvador Allende, dos de sus grandes amigos, así como al poeta Rafael Alberti, quien le llamaba "Marco Polo" y "Ciudadano de la Vía Láctea" y a Miguel Hernández, con quien coincidió en la cárcel de Conde de Toreno, en el 39.

En Francia fundó el Centro de Información y Solidaridad con España, presidido por Pablo Picasso. Desde 1973, junto al pintor malagueño y otros intelectuales, participó además activamente en actos de solidaridad con Chile, sometido a la dictadura de Pinochet.

Tres años después, regresó a España tras la amnistía de 1976.

Entre sus obras, destacan "Autobiografía", "Mi mundo es un patio" y "Te llamo desde un muro", escritas en la cárcel. Sin embargo, su obra cumbre es "Decidme cómo es un árbol" (2007), una novela en la que entremezcla la poesía y calificada por él mismo de autobiografía. Prologada por el escritor portugués José Saramago, Premio Nobel de Literatura, el poeta reconoció que decidió escribir esta obra cuando comprendió que "no tenía derecho a ocultar" su vida, que "era la vida de muchos, la de la Generación de los Vencidos".

Además de ser homenajeado en multitud de ocasiones, obtuvo entre otros galardones la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo y el Premio Rene Cassin de Derechos Humanos, concedido por el gobierno vasco. La Fundación Abogados de Atocha también condecoró a Marcos Ana con el premio que lleva su nombre y el gobierno chileno reconoció su trayectoria con la medalla presidencial Pablo Neruda.