La mañana del 11 de septiembre, a las 6:55 siete furgonas de los antidisturbios tomaron el edificio del barrio madrileño de Valdezarza donde vivía Amaya, de 28 años y sin recursos para pagar el alquiler. Para evitar un dealojo violento y con detenciones, la joven firmó la orden de desahucio y recorrió por última vez la escalera de la que hasta ese momento era su casa con numerosos policías haciéndole el pasillo. Según Jaime Alekos, abogado de la PAH, había 100 agentes.

Esa misma tarde una treintena de ultraderechistas entraban sin problemas con el brazo en alto en la sede cultural de la Generalitat catalana en Madrid. ¿A nadie se le ocurrió la necesidad de enviar antidisturbios a los alrededores de Blanquerna ante posibles desórdenes en un día como el de ayer?