Recién estrenada la nueva normalidad, ya surgen alarmas por los rebrotes y en algunos lugares se ha retrocedido a una fase anterior. Demasiadas personas inconscientes piensan que todo ha terminado, y ese error puede llevarnos a la casilla de salida. Hemos tenido la fortuna de que el Gobierno decidiera decretar el estado de alarma, el confinamiento, que tomara unas medidas incompletas pero básicas para evitar más derrumbe en las economías familiares y pelear en Europa por conseguir fondos; para que el retorno no sea tan cruel.

La derecha, mientras tanto, sigue a lo suyo. Ahora le ha dado por entrar en la casa de los otros, como los vecinos cotillas. Últimamente, se han dedicado a reprochar a Pedro Sánchez que no defiende a su compañero de partido, el expresidente Felipe González, ahora que ha vuelto a sacar cabeza el tema de los GAL.

Y Sánchez, el miércoles en el Congreso, aprovechando una pregunta del diputado de ERC Gabriel Rufián, ha contestado con un tiro por elevación a los conservadores, diciendo la verdad: que la Justicia es la que ha actuado en este asunto, como tiene que ser, y que Felipe González ganó cuatro elecciones, gracias a las que gobernó casi catorce años, en los que llevó a España a una modernización sin precedentes y a entrar en Europa. Punto.

Entramos con prudencia en la fase de la reconstrucción, con la certeza de que en el mundo, millones de personas están viviendo una tragedia colosal y que, muy lejos de reconstruir, luchan hoy por su supervivencia. La pandemia se está cebando en países como Brasil o Estados Unidos, que tienen en común la ideología ultraderechista de sus mandatarios. Estos han tomado poco en serio la pandemia con el consiguiente balance de millares de víctimas. Pero el aviso viene también de países próximos como Portugal o Alemania, que vuelven a plantear restricciones ante nuevas oleadas del virus. ¿Seguirá diciendo Pablo Casado que la culpa de todo es de Pedro Sánchez?

El PP no tiene un papel honorable en esta crisis. En vez de tender la mano al Gobierno y colaborar en lo que hiciera falta, ha criticado hasta el insulto y continúa aún mareando la perdiz, aunque las próximas elecciones vascas y gallegas aconsejen moderación. Ahora, por ejemplo, el argumento es poner en cuestión las medidas a tomar en el aeropuerto de Barajas. La derecha apenas ha esperado el primer contagio procedente de un viajero que ha entrado en tránsito por esa vía para echar la culpa al Ejecutivo.

La ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, lo ha dejado muy claro en TVE: “Hemos adoptado las medidas indicadas por la Comisión Europea. Nuestros aeropuertos tienen los mismos protocolos que los de París, Munich o Amsterdam…” Ha subrayado que se abrirán las fronteras europeas a países terceros de manera gradual y en función de cómo estén sufriendo la COVID 19.´

Pero, verán que da igual. Seguirán machacando. Ocurre que la política de la derechona no es constructiva, no ofrece alternativas, se basa en el acoso y derribo.