Con las cuestiones de género sucede lo que con las de orientación sexual: las reacciones más viscerales, incluso violentas, son aquellas de los que no lo tienen claro o reprimen su opción. El último botón de muestra podría ser la detención del señor José Antonio Ortiz, líder de Vox en Lleida, acusado de abusos sexuales a menores. Qué curioso que una de sus obsesiones sea el colectivo LGTBI y luego a sus dirigentes les pique por el mismo sitio…eso sí, abusando de poder, infringiendo la ley mientras condenan el libre y sano ejercicio de la sexualidad ajena. Otra de sus fijaciones es el feminismo, y les está contagiando al resto del espectro de partidos conservadores. Algo así como un virus antifeminista les está sucediendo al bloque tripartito de la derecha española.  

La proximidad del 8M, y la anunciada Marcha por la Igualdad, está poniendo de manifiesto las posiciones, la indeterminación o la animadversión por un movimiento transversal de más de tres siglos, desde las primeras intelectuales del XVIII, como Mary Wollstonecraft, autora del libro Vindicación de los derechos de la mujer, a las sufragistas, que han cambiado nuestra sociedad y el mundo, para bien, en conquistas de derechos civiles, más allá de sus propias y legítimas reivindicaciones.

Tras la repercusión internacional  de la Marcha por el Día de la Mujer del año pasado en España, en especial en Madrid, que lo convirtió en un referente, muchos medios están pendientes de lo que vuelva a suceder en esta ocasión. Contradictoria fue la retahíla de contrasentidos de discursos y gestos por parte de Ciudadanos, en los que muchas de sus dirigentes se pronunciaron en contra de dicha marcha para luego manifestarse marginadas de la misma. En esta reedición, y con el horizonte electoral tan cerca, vuelven a enredar el asunto con una supuesta novedad llamada “Feminismo Liberal”. El constructo resulta un pastiche de difícil argumentación intelectual, filosófica y política, por confundir, como le pasaba a Esperanza Aguirre y adeptos, el liberalismo histórico con el neoliberalismo económico, doctrinas que poco o nada tienen que ver ni en lo fundamental, ni en sus ámbitos. Mezclar lo económico con lo sociológico, es, además de innecesario, desvirtuar un debate serio y necesario entre propuestas que pueden ser discutibles como la gestación subrogada, la necesidad de un lenguaje inclusivo, o la legalización de la prostitución.

También es llevar elementos de propuestas electorales a un barro en el que se debería partir de la asunción de los logros y vigencia de un movimiento, como el feminista, que si bien no es homogéneo, ni tiene por qué serlo, ha sido y es necesario y fundamental en la transformación del mundo. Por otra parte, tal vez por necesidad de posibles pactos a tres como el andaluz, o por asunción del discurso de la ultraderecha, la líder más destacada de la formación naranja, Inés Arrimadas, se mete en un jardín complicado con la periodista Pepa Bueno al asegurar en una entrevista que “Me parece tan horrible decir que no hay violencia machista […] como decir que todos los hombres son maltratadores”. Ante esta respuesta, la periodista de la SER le recordó “Eso lo dice sólo Vox, que a mí me conste. Vox dice que las feministas dicen eso”.  Arrimadas no pudo o no supo salir del atolladero al tomar confusa consciencia de que aquella declaración la alineaba con la ultraderecha que pedía listas negras de trabajadores contra la violencia de género, entre otras aberraciones democráticas.

Por su parte, el renovado PP de Pablo Casado ni está, ni se le espera en la marcha por la igualdad. A través de un comunicado de prensa lanzado a última hora de este miércoles, el PP ha afirmado que no asistirá. Desde su sede en la calle Génova argumentan ahora que la manifestación está diseñada con fines partidistas que no convencen al núcleo fuerte del partido: "Lamentamos que los partidos de extrema izquierda pretendan monopolizar esta convocatoria buscando la división y enfrentamiento entre hombres y mujeres, e incluso entre mujeres de ideologías distintas", alegan, asumiendo, como C´S, el discurso de Santiago Abascal.  

Antes del mencionado comunicado de prensa, y a pesar de que el partido se había desligado de la convocatoria y no apoyaba formalmente la cita del 8 de marzo, algunas integrantes del consejo nacional del partido sí que habían expresado su interés por asistir y representar en la marcha a la formación. Figuras como Andrea Levy, Cuca Gamarra, Marta López y Mari Mar Blanco habían confirmado su asistencia. Pero en un gesto de machismo cuasi franquista, el joven dirigente del partido, ha impuesto, tiránicamente, la decisión final: que sus dirigentes no participen.

De Vox ya hemos hablado bastante, tal vez demasiado, y de cómo su discurso cala y se asume por parte de C's y del PP. Una vez más, como en la foto de la manifestación de Colón, que son las que le gustan, según parece, a las mujeres de PP, C's y Vox, todos y todas se retratan. Está bien, así la gente sabe a las claras, por si alguna duda tenían, quienes son los compañeros de viaje de cada uno. Ya lo dice el refrán: “dime con quién andas…y te diré cómo eres”. Yo como ni tengo ningún complejo al respecto, ni confusión de género, ni sobre mi identidad ni orientación, sí voy a estar con las mujeres en la marcha. Muchos de los cambios fundamentales de nuestra historia se han producido gracias al movimiento feminista y es hora de empezar o seguir diciéndolo claro.