Hace una semana España vivía su versión moderna de "Bienvenido Mr. Marshall". Esta vez a todo color, campañas en redes sociales incluidas. 
La visita de Obama suponía para algunos una oportunidad sin parangón de hacer el hortera. No se le cantó aquello de "americanos os recibimos con alegría..." pero faltó poco. Solamente había que ver el chasco de los sevillanos cuando viró la agenda del emperador mundial.
Se generó expectación, rumores sobre las hijas del Presidente norteamericano, teorías propias de las pelis de espías con agentes de la CIA infiltrados en los Sanfermines, y un elenco de magníficos ejemplos que evidencian nuestra actitud servil, de comparsa, ante nuestros idolatrados yankees. 
Maquíllenlo como quieran, pero la realidad es terca y le da igual que se la vista de seda. Obama vino a darse un paseo por los lugares que realmente le interesan: las bases militares de Torrejón y Rota. Como el casero que se da una vuelta para ver si los inquilinos están cuidando bien de su apartamento, si todo funciona, si hay que renovar algún cacharro o dar una manita de pintura. Si nuestros "lideres" tuvieran un poco más de miras, quizás tendrían detrás de la oreja una enorme mosca: la de lo que sucede en Europa del este (la OTAN está armando a Polonia hasta los dientes), la tensión con Rusia que escala de manera exponencial, el destrozo de los países como Irak, Siria, Libia; las maniobras contra potencias como China y Brasil; Turquía en el punto de mira... En fin, una miradita al panorama internacional sirve para entender que el Gran Jefe se estaba dando una vuelta para marcar territorio. 
Como es un señor educado, dedica un rato para conversar sobre el tiempo, las vacaciones y  demás temas banales. Como los otros cuatro son unos cobardes, ninguno se atrevió a preguntar por el bochornoso episodio del trío de las Azores. Para poner el broche final se hace una foto con los que quieren jugar a ser presidentes y así todos tan contentos. Esa estampa queda para la posteridad y quién sabe cuánto se fantaseará a lo largo de la historia estirando los tiempos e inventando las palabras supuestamente dichas. Se tratará de engordar al máximo los tres minutos que cada flamante líder tuvo para hacerse el simpático, el responsable, el interesante o el preocupado ante el Presidente. 
180 segundos no dan para mucho, es cierto. Seguro que Pablo Iglesias tenía pensado plantearle a Obama una lista de preguntas sobre la OTAN, sobre la reunión en Varsovia a la que se dirigía; la intervención ilegal en Irak, el destrozo de Libia, la financiación del DAESH, la falta de respeto al gobierno democrático de Al Assad... quién sabe si también habría encontrado hueco para plantearle al Presidente alguna que otra duda sobre el éxito de la libertad para acceder a las armas de los ciudadanos americanos que a Iglesias tanto le gusta; seguro, seguro que también iba a soltarle algún "zasca" sobre el desarrollo del bloqueo a Cuba, o al menos preguntarle  quién está financiando a la oposición venezolana. 
Parece que no le dio tiempo, pero eso sí, Pablo que es muy de regalar apuntándolo a la cuenta del partido, le entregó un libro. Estoy convencida de que en realidad el que le habría gustado darle es el que acaba de descubrir hace poco, "Soberanos e Intervenidos" (de Joan Garcés), pero es probable que Iglesias aún no se lo haya terminado o ande esperando a que lo saquen en serie de televisión, que siempre es más asequible. 
A juzgar por la foto -la de verdad, no la que circula de manera burlesca en la que Pablo aparece con una bandeja de camarero, palillo en boca y paño al hombro- la conversación parecía más bien otra cosa: quién sabe si Obama le estaba felicitando por haber usado como nombre para el partido el mismo que él utilizó en su campaña ("yes we can"), o dándole las gracias por su continuo reconocimiento (eso de que Iglesias era mucho más cercano a Barak que a Putin). Seguramente estaban dándose recuerdos de parte del tío Soros. Vaya usted a saber.  
Por su parte, Rivera, Sánchez y Rajoy, mantuvieron su papel simplón de palmeros vestidos de domingo. Intentando guardar esa pose de señores serios que aparentan saber estar a la altura de las circunstancias. El problema es que no se sabe hasta qué punto son conscientes de las verdaderas circunstancias. Sea como fuere, a estos tres líderes les encaja bastante bien la pleitesía, la sumisión y la entrega de la soberanía a cualquiera que hable un idioma que no dominan. Porque todo lo americano, ya se sabe, es más "cool", más moderno y mucho más estupendo. 
Izquierda Unida, más bien el Partido Comunista -o lo que queda de él- estaba por su parte manifestando su particular cabreo con la visita del imperialista. Hasta hicieron un hashtag, convocaron una manifestación a las puertas de la embajada americana y publicaron un manifiesto lleno de coherencia. Lo que Iglesias hizo con el manifiesto nos lo podemos imaginar; ni siquiera se atrevió a envolver el libro para Obama con ello (no habría estado mal). Son las cosas del oportunismo y el interés: que Unidos Podemos ni está Unido ni Puede es cada día más evidente. Defender una cosa y la contraria, no articular acciones conjuntas y coherentes conlleva la pérdida de respaldo, de confianza y sentido del proyecto. Por muchas vueltas que le den, por muchos expertos en demoscopia tirando de diagramas y barras, no hay más cera que la que arde. Seguirán cayendo en picado y arrastrándose uno al otro cada vez que uno diga OTAN, NO! y el otro se reúna al mismo tiempo con Obama en Torrejón ante la mirada emocionada del ex-JEMAD. Cada vez que uno ondee la bandera tricolor y el otro le haga regalos al rey con caidita de ojos incluida. 
​Por mucho que se empeñen en el juego de las similitudes y las diferencias, cada vez resulta más vergonzoso el espectáculo de la presunta izquierda. Oportunista, incoherente e irrespetuosa con sus principios. Los unos jugando a tratar a todos como idiotas y los otros a dejarse engullir por un puñado de asientos y algo de "visibilidad", según reclaman. 
Lo de explicarle a la ciudadanía las cosas, como las razones reales de la visita de Obama, mejor dejarlo para las series de la tele que parece ser que es lo único que funciona. Hasta para eso Iglesias prefiere aplaudir a la industria americana en lugar de potenciar la cultura europea. Eso sí, el golpe de efecto del smoking en la gala de los Goya casi cuela, como la corbata, como la ropa del "Alcampo". Como en los mejores decorados de Bollywood, al final todo resulta ser de cartón piedra. 
Como la consulta sobre la OTAN.