La declaración de Francisco Correa durante el macrojuicio de la trama Gürtel ha deparado grandes momentos, tanto en su intervención del jueves como en la segunda sesión de este viernes. Y aún queda la semana que viene, que también arrancará con la confesión del cabecilla.

Correa ha dado muchas explicaciones del funcionamiento de la trama, que han copado titulares y portadas, pero el hombre que pasaba “más tiempo en Génova que en mi oficina” también ha transmitido muchos detalles a través de la forma en que ha articulado su discurso y mediante su lenguaje no verbal.

En ELPLURAL.COM hemos puesto todas las sensaciones que hemos captado en la Audiencia Nacional estos días en manos de Fran Carrillo, director de La Fábrica de Discursos y reputado asesor internacional de comunicación política y empresarial, para que nos ayudase a analizar que se desprende de ellas.

Uno de los detalles más llamativos ha sido el cambio de vestuario que ha experimentado cuando ha pasado a ser el protagonista. Los días previos a su declaración hemos visto a un Correa con un estilo más desenfadado gracias a las americanas de color claro. “Es la típica referencia del color claro, del blanco que representa la transparencia, la ausencia de culpa”, explica Carrillo.

Sin embargo, para su comparecencia, Correa ha optado por trajes oscuros, de un solo color, que transmiten más seriedad. “Consigue centrar más su intervención en el mensaje. Que lo que se transmita sea lo que quiere que sea”, añade el director de La Fábrica de Discursos. “Pasó de querer mostrar una imagen de limpieza y transparencia, tanto en la vestimenta como en su interpretación de víctima, a un papel de firmeza y seguridad en postura de seguridad en la sala”, asegura Carrillo.

La diferencia de vestuario también se notó en el comportamiento gestual de Correa. Mientras que los días previos, cuando él no declaraba, veíamos a una persona nerviosa, que se manoseaba la cara, se inclinaba o agitaba impulsivamente el pie, durante su confesión se ha visto a un Correa sereno y tranquilo.

“Su última comparecencia denotaba más convicción en sus palabras, alejado del nerviosismo y poca compostura de las anteriores. Su tono era más calmado, más firme y los mensajes más cortos y contundentes”, explica Carrillo. “Su tono era más calmado, más firme y los mensajes más cortos y contundentes. Eran titulares preparados con un fin determinado. No hubo rastro de esos microgestos que, a modo de tics, evidenciaban descontrol corporal y persuasivo... Sobreactuaba más que actuaba”, añade.

“Pero era una comunicación más calmada, que no significa fiable y creíble, aunque la templanza siempre es un requisito fundamental para el control y dominio del contexto”, explica el director de La Fábrica de Discursos. Y añade: “Correa ha trabajado en ese aspecto o le han recomendado que lo trabaje si quería parecer más creíble en sus comparecencias”. 

También llama la atención que, pese a su intención de confesar y colaborar con la Justicia, Correa no ha tirado de la manta él sólo, sino que parecía pedir ayuda para ello. Muchos aspectos no los recordaba per se, a no ser que le preguntaran e, incluso, le manifestaba a la fiscal: “Prefiero que me pregunte”.

“Es otro tipo de estrategia, la de elaborar el discurso por contraparte en vez de llevarlo preparado, con la idea de no pillarme los dedos”, explica Carrillo. “Correa transmite la sensación de no tener nada que perder, ya ha estado condenado. Lo que intenta es rebajar la suciedad sobre él y ensuciar a los que me han echado a paladas”.