Febrero trae de la mano el acontecimiento deportivo por excelencia en Estados Unidos: la Super Bowl. Un evento mediático, que se se celebra en un momento de inestabilidad política y social inédito en el país norteamericano, en el que se combina fútbol americano, spots publicitarios y la tradicional actuación del descanso, que este año correrá a cargo de Lady Gaga, una de las muchas celebridades que ha mostrado su oposición a Trump.

Sin Trump, pero con Bush
El NGR de Houston acoge a esta edición de la Super Bowl. La ciudad de Texas no podrá ‘disfrutar’ de la visita del presidente, según informa ‘CNN’. No obstante, Mike Pence, vicepresidente de Estados Unidos, ha sido el elegido para ser la cabeza visible del Gobierno en el acontecimiento deportivo. Eso sí, a pesar de que Trump presume de amistad con Tom Brady -quarterback de los Patriots-, ni él ni Pence han hecho públicas sus preferencias para la gran cita.

Resulta sorprendente la ausencia de Donald Trump en la ‘fiesta republicana’ de la Super Bowl. Aunque, ‘en compensación’, será el expresidente George  Bush -acompañado por la exprimera dama Barbara Bush-, quien lanzará la moneda al aire para decidir qué equipo ataca primero.

Críticas contra el veto
Una de las decisiones que más controversia que ha generado Trump en su corto mandato ha sido el veto a los ciudadanos musulmanes. La medida ha sido objeto de las críticas de sus compatriotas, entre los que se encuentra Arthur Blank, dueño de los Atlanta Falcons. El propietario de la franquicia de Georgia mostró, el pasado lunes, su descontento.

“Estoy preocupado por cualquier decisión que pueda separar a la gente en nuestro país”, comentó Blank. El propietario de los Falcons, de origen judío, afirmó, además, que “Estados Unidos comenzó sin ninguno de nosotros, a excepción de los nativos americanos”.

A las críticas de Blank, se han sumado las protestas de un grupo de ciudadanos en la tarde del sábado. Al menos 300 personas organizaron una marcha contra el presidente bajo el lema ‘Resist Trump’ -‘resistir a Trump’ en castellano-. Los manifestantes se reunieron en el Ayuntamiento de la ciudad de Houston y caminaron hasta las inmediaciones del Discovery Green, donde se llevan a cabo las celebraciones previas a la Super Bowl. En su camino, se encontraron con la oposición y con la policía, aunque no se produjo ningún incidente.

‘Spots’ desafiantes
En el descanso de la Super Bowl, el protagonismo también lo adquiere la publicidad. Es la franja más cara del año en la televisión norteamericana, con más de 100 millones de espectadores potenciales en el país. Las cuotas han subido más este curso. De hecho, por 30 segundos de publicidad se tendrán que desembolsar alrededor de cinco millones de dólares.

Un momento idóneo para anunciar un producto y mostrar el desacuerdo de las marcas con Trump. El presidente pretende que dejen de manufacturar en el extranjero para hacerlo en Estados Unidos, como es el caso de los fabricantes de coches.

Aunque también se puede recurrir al polémico ámbito de la inmigración, como hará ‘Budweiser’. La empresa cervecera ha preparado un ‘spot’ que cuenta la historia de Adolphus Bushc -uno de los fundadores de la marca-, en su periplo como inmigrante desde Alemania a Estados Unidos.