"¡Maggie, Maggie, Maggie, muerta muerta muerta!". En Londres, en Glasgow..., en muchas otras ciudades británicas, cientos de personas salieron en manifestaciones espontáneas de alegría por la desaparición de Margaret Thatcher, la política conocida como dama del puño de hierro, que ellos sentían que había apretado en torno a su cuello.

"Muerta, muerta, muerta"
En el sur de Londres, en el barrio de Brixton, cuenta por ejemplo el diario "The Guardian", cientos de personas provistas con latas de cerveza y pintas de lecha improvisaron un discoteca callejera en la que tocaron la música que se escuchó durante los años de mandato de Thatcher. Esta, un barrio obrero, multiracial y deprimido por aquellos brutales recortes sociales, fue una de las zonas donde se produjeron los mayores enfrentamientos entre manifestantes y policía durante el mandato de la premier.

El diario cuenta que la gente gritaba festejando "Maggie Maggie Maggie, muerta muerta muerta", mientras sostenía carteles de Thatcher en los que se la denigraba. Recoge el diario algunas declaraciones, como las de un profesor que la acusaba de haber sido "una de las mayores y más viles abominaciones en la historia social y económica", por lo que su muerte era "un momento para recordar".

Protagonista de una lucha de clases
Otros hablaban de que sus políticas se habían erigido sobre "una guerra de clases", y otros, algunos que habían vivido directamente aquellos enfrentamientos, la acusaban de haber llevado a cabo política de las que "aún estamos sufriendo las consecuencias".

Entre los manifestantes, según el reportero, no todos eran personas que vivieron bajo los mandatos de Margaret Thatcher. Algunos eran muy jóvenes, pero recordaban que "nunca he escuchado nada bueno de ella en las conversaciones familiares".

"Me hizo tan infeliz cuando era niña"
Sobre el difícil sentimiento de sentirse alegre por la muerte de alguien, el reportero de The Guardian recoge el testimonio de una mujer, desempleada, que reconocía sentirse algo culpable, "pero al final no puedo negar -concluía- el hecho de que Thatcher me hizo tan infeliz cuando era niña" porque había crecido en Liverpool y "los padres de casi todos mis amigos habían perdido sus puestos de trabajo en los muelles..., fue un tiempo horrible".

En la capital escocesa, en Glasgow se vivieron manifestaciones y declaraciones similares, con gente descorchando botellas de champán mientras gritaba, "adios, adios, la bruja ha muerto".