La socialdemocracia europea, en la persona de Pedro Sánchez, ocupó ayer de madrugada la tribuna de la Asamblea de la ONU en Nueva York. No escondió su satisfacción de representar un Estado sólido, con recursos, que busca garantizar el bienestar de la ciudadanía según valores de justicia, progreso e igualdad. En ese perfil, situó la acción de su Gobierno, poniendo el acento en que su vocación política nació a partir de una enseñanza de su abuelo que, dijo, nunca olvida y que es especialmente valiosa en estos tiempos, “que la desigualdad solo crea pobreza a largo plazo, y que lo que es justo para todos termina siendo siempre beneficioso para todos”.

Ante la mayoría de las naciones del mundo allí representadas, denunció la falta de infraestructuras que padecen las regiones más vulnerables, como se ha demostrado ante las dificultades para defender a sus ciudadanos de la pandemia provocada por el coronavirus. Y no se resistió a exhibir la buena situación de España en ese capítulo. Subrayó que aquí, además de ser el primer país de la UE en tener vacunados al total de mayores de 80 años, está a la cabeza en donaciones de vacunas. A través del sistema Covax se prevé -dijo- una donación de 22 millones de vacunas con destinos diversos, 15 de estos millones para América Latina. Además anunció que España donará 7,5 para África Subsahariana y el resto a los países de la vecindad sur de la UE, con lo que se llegará a los 30 millones.

Además, Sánchez reclamó a los países afortunados que pugnen en la defensa de la democracia, la cooperación internacional y el multilateralismo, para aportar las soluciones que se necesitan en un mundo en que el egoísmo de los que más tienen contrasta con la situación de extrema necesidad de los otros. Sánchez aprovechó la resonancia mundial que ofrece la tribuna de la ONU para criticar la situación de las patentes de los laboratorios cuando se trata de una emergencia sanitaria mundial. También pidió que el modelo de desarrollo sea más sostenible con nuevos avances como el de tributación internacional, alcanzado en julio, rogando que se implemente cuanto antes.

Sus denuncias se concretaron en aquellos que quieren imponer la desigualdad; que excluyen o culpan de los desastres a las minorías más vulnerables; a los que llaman al odio por razones de origen, sexo o creencia o “apelan a muros y fronteras para impedir el avance de las ideas de igualdad y libertad y fraternidad. Sin duda, la democracia está amenazada”, subrayó. También apuntó al extremismo como enemigo en general. Su preocupación coincidió con la expresada por el también socialista y secretario general de la asamblea de la ONU, el portugués Antonio Guterres, quien se lamentó de que “el mundo nunca ha estado tan amenazado ni tan dividido”.

El presidente estuvo unas pocas horas en Nueva York pero su estancia fue bien aprovechada. Se reunió con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ofreciéndose a buscar la forma de mediar en el conflicto entre Estados Unidos y Francia, enfrentados por la ruptura de un millonario contrato de material militar, en un intento de suavizar el camino hacia la próxima cumbre de la OTAN que se celebrará en Madrid el año que viene. Después, tomó el avión para acompañar a los reyes en su visita a La Palma. Dejaba en Nueva York una llamada de atención que los líderes del planeta necesitaban con urgencia. El discurso de Pedro Sánchez tuvo la altura de hombre de Estado.