Beatriz TalegónDurante estos días está teniendo lugar en Madrid una curiosa prueba: los músicos callejeros deberán someterse a un previo examen para ser autorizados a tocar en la vía pública.

Un tribunal formado por sujetos NO identificados juzga en base a criterios NO establecidos el supuesto talento de los artistas que tratan de ganarse la vida, de compartir sus obras o simplemente de regalar un agradable momento a los transeúntes. Así, sin más.

La razón que están tratando de dar es garantizar que la música no moleste a los vecinos. Ahora bien: ¿qué criterio se sigue para considerar si una obra artística es molesta? Dudo mucho que el tribunal se esté planteando establecer un canon de belleza fundamentado en criterios metafísicos analizando las formas y equilibrios...

Suscita un morboso interés saber cuál es el criterio para dar permiso a un músico callejero: ¿dará puntos saberse la canción del verano? ¿Censurarán las canciones con contenido político? ¿Deberá afinar cuando cante? ¿Preferirán los acordes mayores? ¿Podrán tocarse instrumentos insólitos? ¿Permitirán tocar versiones o tendrá que intervenir alguna sociedad recaudadora? ¿Han examinado a los examinadores? ¿Si salgo contenta de casa y me pongo a cantar, tengo que pedir permiso previo?

Preguntas tan absurdas como las pruebas de "idoneidad artística" que están haciendo en Madrid estos días. Una capital en la que no sólo se permiten hacer este tipo de fiscalizaciones, sino que además lo promueve un Ayuntamiento que tiene una alcaldesa a la que nadie votó. Estamos de acuerdo en que la señora Botella llegó a su sillón a través del procedimiento que la legalidad permite; pero estamos también de acuerdo en que a esta señora nadie le ha votado. Y resulta cuanto menos chocante que quien hace y deshace no se someta a ningún tipo de prueba mientras trata de eliminar las posibilidades de quienes, en su mayoría, le darían buenas lecciones a esta mujer.

Lo que está pasando en Madrid muestra de manera alarmante la falta de respeto que en nuestro país se tiene a los artistas y a la cultura en general. Invertir en cultura es invertir en una sociedad tolerante, abierta y activa. Y en España cada vez se invierte menos en cultura y se demoniza a quienes dedican su vida "por amor al arte".

Algunos utilizan el ejemplo de los países del norte donde esta selección de músicos viene haciéndose desde hace ya tiempo. Bien, utilizar este argumento sin comparar la situación general de los artistas es un absoluto engaño: es cierto que en ciudades europeas como París y Viena se exige a los músicos callejeros tener una autorización para tocar en la calle. Tan cierto como que tienen una cobertura legal, derechos y ayudas por parte del Gobierno para poder dedicarse a crear, formarse y producir obras de arte. Nos llevan ventaja en haberse dado cuenta de la importancia de la cultura: es fundamental que la sociedad respete y valore a sus artistas, que se establezca un sistema por el cual quien hace de su talento artístico un modo de vida pueda garantizar, como cualquier otra persona, su sustento.

Un país como el nuestro, donde una de las principales vías de desarrollo es el turismo debería plantearse la gran oportunidad que supone invertir en las industrias culturales y en proyectos de mecenazgo. Si algo tenemos en España es "duende". Lejos de plantear una estrategia comprometida con el desarrollo de nuestra cultura, se aumentan los impuestos, se dificulta el acceso a la formación, se limita de manera asfixiante a quienes apuestan de manera valiente por el arte. Justamente lo contrario a lo que una sociedad necesita.

En Polonia, hace un par de años, el colectivo "Ciudadanos por la cultura" consiguió reunir cien mil firmas para exigirle al Gobierno que aumentase la inversión pública en el ámbito de la cultura. Una de las razones que plantearon fue el aumento del "analfabetismo funcional" en la sociedad polaca, y es que una cosa es leer y otra muy distinta comprender lo que se lee. Cultura no es "lo que suena o pinta bonito", señores del jurado.

Dignificar al artista es alimentar lo que de alguna manera nos hace humanos. Si van a hacer pruebas en la calle, que sea para garantizar un salario a aquéllos que de algún modo cumplan con los requisitos que han de ser preestablecidos, a los que entretienen a los transeúntes, les curan las penas, les hacen sentir que están vivos y comparten su talento en lo que es de todos. Que lo decida la ciudadanía, que haya participación y valoremos entre todos con el fin de apoyar, no de eliminar.

Mientras tanto, mientras se hagan así de mal las cosas, seguiremos tarareando aquella estrofa y acordándonos "De los que dan dinero por la noche para que nunca termine su canción para que sude el músico ambulante su condición de vagabundo..."

Son malos tiempos para la lírica. Afortunadamente, queda arte hasta para denunciar la denigrante ocurrencia de la Sra. Botella y su comparsa. Les recomiendo que vean este video con una "relaxing cup of café con leche".



Beatriz Talegón es secretaria general de la Unión Internacional de Jóvenes Socialistas
@BeatrizTalegon