Para los progresistas, la peor noticia del martes fue la avalancha de unos 8.000 desesperados subsaharianos que llegaron a la playa del Tarajal, en Ceuta, de los que han sido devueltos alrededor 4.000. Personas mayores, mujeres embarazadas, familias completas, niños y jóvenes que, a falta de alcanzar la mayoría de edad, deberán ser tutelados en España, han cruzado la frontera con Marruecos en busca de pan y trabajo.

Este drama de enormes dimensiones tiene otras graves aristas. Como se sabe, en ese mismo punto se dibuja la frontera exterior de la Unión Europea, las relaciones entre los gobiernos de España y Marruecos no atraviesan su mejor momento y la prometida reacción enérgica de Europa no puede esperar. Por si fuera poco, el problema de las devoluciones en caliente no ha hecho más que empezar.

Otra noticia mucho menos mala pero preocupante para los progresistas es el último sondeo del CIS conocido también este martes: el PSOE sigue siendo la primera fuerza política, aunque cae 3,6 puntos, y la distancia con el PP disminuye de forma sustancial, de10,9 a 4,5, lo que supone más de la mitad del trecho que antes les separaba. Si las cosas no cambian es una mala noticia para el socialismo.

Después del fiasco electoral para la izquierda en Madrid, el ultraderechista partido de Santiago Abascal, aunque sigue como tercera fuerza política, desciende dos puntos en intención de voto desde abril hasta ahora. Algo es algo, porque siempre es preferible que las opciones en favor de la intolerancia se reduzcan. Ahora bien, como pasó en los comicios madrileños, el voto que no va a Vox se lo lleva el PP, siempre según el CIS.

El resto de los partidos se mantienen en una pauta parecida a los resultados anteriores. Unidas Podemos pierde tres décimas, Ciudadanos sigue su bajada imparable. Más País sube un punto, claro que Íñigo Errejón no es Mónica García, como tampoco unas elecciones autonómicas responden a los mismos parámetros que las celebradas para elegir al Gobierno central.

¿Habrá influido el resultado de las autonómicas de Madrid en este estudio, iniciado el mismo día de la votación? Pero, la actualidad es tan vertiginosa que todo puede cambiar en poco tiempo. ¿Quién le habría dicho a Pedro Sánchez cuando llegó a la Moncloa que tendría que pelearse con un virus, codo a codo con los mandatarios del mundo? ¿O que abordaría la llegada de una avalancha de subsaharianos desde Marruecos, que recuerda a la legendaria Marcha Verde de 1975? Un fantasma que ha sobrevivido y contra el que Sánchez está decidido a plantarle cara. Tampoco habría imaginado Pedro Sánchez hace unos días que se vería proclamando su disposición a garantizar la seguridad de los ciudadanos de Ceuta, Melilla ante la “invasión” de miles de vecinos marroquíes que abandonaron su país con el visto buenos de quienes deberían haberlo impedido. La política es tan cambiante que no hay encuesta que pueda predecirla.