Desde la moción de censura a Mariano Rajoy en mayo de 2018, la ‘polarización afectiva’ -la tendencia de las personas que se identifican o simpatizan con partidos de izquierdas o de derechas a percibir negativamente a los partidarios del otro bloque ideológico- ha aumentado sustancialmente. Tanto es así que la hostilidad entre electores de distinto signo político ha crecido en España "hasta niveles cercanos a la intolerancia”.

Estos son algunos de los resultados de la primera ‘Encuesta Nacional sobre Polarización Política’ elaborada por el Centro de Estudios Murciano de Opinión Pública (Cemop), publicada en la ‘Revista Más Poder Local’, y que ha recogido el portal Servimedia.

Según este estudio, España se situaría como uno de los países más polarizados afectivamente del mundo. Por ello, los analistas subrayan que “en este contexto de fuerte polarización afectiva, la hostilidad que se produce entre electores de distinto signo político ha crecido hasta niveles cercanos a la intolerancia”.

El desagrado hacia los adversarios produce un discurso de deslegitimación de esas opciones políticas y de sus decisiones legislativas y existe una percepción de que el partido contrario y sus políticas amenazan la nación, la democracia y la forma de vida de las personas. “Son opciones, desde este punto de vista, inadmisibles, que no cabe reconocer, y si algo es hasta este punto intolerable, parece fácil suponer que se derivarán afectos negativos hacia quien lo apoya”, alertan.

El trabajo, que incluye una encuesta a más de 1200 personas entre el pasado 18 de marzo y el 7 de abril, concluye que las afinidades de los electores con los partidos de un mismo bloque ideológico han aumentado estos últimos años, a la vez que se ha ensanchado más la grieta y la animadversión entre partidos de distinto signo ideológico.

En estos términos, el partido político que despierta una mayor simpatía entre sus propios electores es ERC, siendo los de Ciudadanos los que sienten una menor afectividad hacia su propio partido. Además, los votantes de partidos de ámbito estatal muestran una mayor simpatía hacia partidos que también lo son, aunque pudiesen ser adversarios ideológicos, que hacia los partidos nacionalistas con los que, a priori, pudieran tener una mayor afinidad ideológica. 

 

Radicalismo ideológico  

Existe una falsa percepción de radicalismo ideológico en el contrario. La polarización es percibida como mayor por los electores de todos los partidos, en especial por los del PSOE (0,73) y por los de Unidas Podemos (0,78), frente a los del bloque ideológico de la derecha (Vox y PP, 0,66 y 0,67, respectivamente). En este sentido, los electores observan un nivel de enfrentamiento y distanciamiento mayor del que realmente existe.

Por edad, las personas mayores aparecen como el grupo que más polarización afectiva albergan, mientras que, por sexo, las mujeres muestran, en comparación con los hombres, mayores niveles de animadversión hacia los que piensan política o ideológicamente diferente a ellas. Entre las temáticas que fomentan esta polarización se encuentran las cuestiones de género.

Respecto a los líderes políticos, el trabajo señala que los sentimientos son más cercanos al rechazo y a la antipatía que a la adhesión y a la simpatía. Los electorados propios de cada partido sienten una mayor simpatía hacia su partido que hacia su líder, sobre todo en los electores de Podemos y del PP. Además, la pertenencia a un mismo bloque ideológico condiciona los sentimientos hacia los líderes de los otros partidos. El menor rechazo sea produce entre los votantes del PP hacia Santiago Abascal y entre los votantes de Podemos hacia Pedro Sánchez.

Los votantes situados en posiciones de izquierdas perciben a los votantes del PP y Vox en posiciones más extremas que las que estos ocupan, y sucede lo contrario con la percepción de los votantes de derechas respecto a los del PSOE y UP. Según este estudio, los simpatizantes de una formación tienden a exagerar el alcance de su desacuerdo con los otros grupos, en especial con aquellos del bloque ideológico adversario.

Respecto a las identidades territoriales esencialmente no españolas o predominantemente no españolas están relacionadas con la presencia de sentimientos de rechazo hacia los partidos nacionales de la derecha.

Los votantes de Unidas Podemos y Vox discriminan más personalmente por razones políticas

Los resultados de la investigación apuntan a que los sentimientos de rechazo a Pablo Casado aparecen cuando las posiciones en la escala de identidad territorial tienden al sentimiento autonómico prevalente o excluyente. En sentido contrario, los sentimientos de simpatía por Pablo Iglesias aumentan cuando en la escala de identidad territorial el individuo se aproxima a las posiciones de identidad regionalista o nacionalista.

Los votantes de Unidas Podemos y Vox son los que más rechazo presentan hacia sus rivales ideológicos, los que más lo sufren y los que más simpatía sienten por su propio partido. Además, según este estudio, los electores de estas dos formaciones son más reacios a que sus hijos tengan una pareja de ideología abiertamente contraria a la suya, a contratar a una persona de ideas distintas o a tener amigos con una ideología abiertamente diferente, es decir, discriminan más personalmente por razones políticas.

“Todo apunta a que uno de los efectos del discurso populista sea producir ciudadanos más polarizados y desconfiados o, al menos, sabemos con certidumbre que los votantes nacionales más polarizados afectivamente son los que votan a estos partidos populistas”, concluye.