La unión hace la fuerza, el sentimiento común produce milagros y la labor de valientes profesionales salva vidas. Así podríamos denominar la actitud arriesgada y el gesto encomiable de las 21 trabajadoras de una residencia de mayores con trastornos mentales en un pequeño municipio del norte de Córdoba.

Se trata del Centro de Alzheimer de Alcaracejos, un psicogeriátrico en el norte de Córdoba, especializado en la atención a personas mayores que sufren un alto grado de dependencias en el ámbito mental. Y que además son población voluble y considerada de alto riesgo ante la pandemia.

Ellas, las 17 trabajadoras de este centro con su directora al frente, decidieron voluntariamente dar un paso heroico y encerrarse el 31 de marzo junto a sus residentes. Este domingo terminaron este duro periodo y “vieron la luz” pero lo más importante es que han concluido con el objetivo que perseguían: aislar a sus residentes de contagios y salvar sus vidas ¡y lo han logrado! Además de ellos perseguían que los mayores tuvieran un confinamiento más llevadero, y también así ha sido con multitud de anécdotas, con algunas lágrimas y muchas risas.

Tras 41 días todos vivos, todos sanos y ningún contagio

Todo empezó el 31 de marzo cuando tras las trabajadoras del Centro de Alzheimer decidieron motu proprio y libre iniciativa pasar la cuarentena confinadas y acompañando noche y día a los residentes. Adoptaron esta difícil medida cuando los ecos de las noticias sobre las residencias eran crueles por su mortalidad. ¡Ojo! letalidad dual entre residentes y también personal. A pesar de ese riesgo  quisieron ser un muro pétreo  para evitar que el virus letal franquease las puertas del centro y lo han conseguido. Pretendieron ser un escudo humano interponiéndose en la línea de fuego entre las habitaciones de “sus” mayores y la entrada sin permiso del bicho, y lo han culminado con éxito. Tras 41 días todos vivos, todos sanos y ningún contagio.

Hablamos con Ylenia, directora de este psicogeriátrico de Alcaracejos, un pequeño municipio en pleno Valle de los Pedroches cordobés  a tan solo 11 kilómetros de la capital de la comarca, Pozoblanco. La directora, muy agradable, transmite una sensación de plena satisfacción y es de una pedagogía apabullante en sus explicaciones. También la percibo, aunque no lo dice, con cierto agotamiento físico, normal tras 41 días intensos en trabajo y densos en emociones. Con palabras de persona apasionada por su profesión nos explica lo que es un psicogeriátrico, un centro que acoge a personas mayores con trastornos de conducta y distintas patologías mentales. Residentes que a su condición de mayores unen patologías necesitadas de una atención, terapias y cuidados especiales. Ylenia sigue narrándonos lo que ella no considera en ningún caso como un acto heroico sino de la alta profesionalidad de su equipo y de cariño con sus residentes.

Pasadas varias semanas de ese confinamiento en casa ajena, cuando analizan que todo estaba controlado, establecen un turno y un grupo de estas trabajadoras salió. Eso fue el 21 de abril. Cuatro trabajadoras de refuerzo y otro grupo de las que se quedaron fuera en un principio, testadas con  pruebas del Covid-19 que dieron negativo, entran en relevo de sus compañeras. Y también de manera voluntaria y libre. La directora y otros tres trabajadores -Virginia (auxiliar), Mari Carmen (cocinera) y Rafael (pinche de cocina)-, se han mantenido en el confinamiento los 41 días.

Trabajadoras del Centro de Alzheimer de Alcaracejos

Según detalla Carmen Reina, una redactora de Cordópolis, un digital de referencia en Córdoba “todas las actividades del Centro de Alzheimer de Alcaracejos se adaptaron a la situación: medidas de distanciamiento entre los mayores, refuerzo de la higiene y suspensión de las actividades de grupo que, en un primer momento, pudieran propagar el virus si alguien lo portaba”. Pero todos, los 59 residentes y las 17 trabajadoras que se confinaron, han estado libres de coronavirus gracias al confinamiento voluntario.

Preparación especial
Son un equipo muy unido pero también muy profesional y vocacional. Lo demuestra el hecho de que en el inicio de la crisis pandémica acudieron a cursos preparatorios para luchar contra el Covid-19. Incluso recibieron información de una médica de Alcaracejos ex cooperante en África y, por ende, experta en cómo evitar el contagio.

Sonrisas y lágrimas
No descansaron ni un día. Se afanaron en zonificar los espacios, en pertrecharse de materiales limpios y desechables y se intensificó la limpieza del centro. Nos cuenta la directora como posibilitaron el contacto de las familias de los ancianos mediante videollamadas, teléfono o mensajes. Al mismo tiempo lograron crear, ahora más que nunca, un ambiente entrañable y alegre. Idearon juegos, escenificaciones, homenajes sorpresas, vídeos, entretenimientos, bailes… “algunas lágrimas y muchas sonrisas”, nos dice Ylenia.

Me dice que se siente contenta por volver a una “relativa normalidad” tras ese doble confinamiento que entiendo personal y laboral, pero que las medidas extremas de prevención seguirán en el centro. Pero el triunfo ya es para quienes lo dejaron todo para quedarse con sus ancianos.

La “chispa” de la iniciativa: Todas las manos levantadas a favor
Me interesa saber cómo fue la “chispa”, el momento en el que nace la iniciativa. Fue en una conversación privada entre una enfermera y la propia directora, Ylenia Polvoreda. Confíaba en mi personal y en “mi gente” pero había que consultar con ellas. La respuesta a la arriesgada propuesta fue un cúmulo unánime de manos alzadas a favor de confinarnos  y en solo 24 horas lo organizamos todo.

Luego, prosigue la directora, “le trasladé al alcalde nuestro compromiso colectivo y él nos facilitó todo lo necesario moviendo “cielo con tierra” para que no faltase nada, EPIs, mascarillas y materiales para trabajar con comodidad y seguridad y comodidad”. Es importante destacar que el Ayuntamiento de Alcaracejos, desde siempre, goza de una muy buen reputación en el campo del cuidado de nuestros mayores. De hecho ha sido premiado con reconocimientos a su labor en el campo de lo social

Un inciso. José Luis Cabrera Romero, alcalde de Alcaracejos, 32 años, abogado, el regidor más joven de la comarca y uno de la provincia, ha mostrado en numerosas ocasiones ese orgullo local por la atención al mayor y dice que “se lo han dejado muy encaminado” aunque para nosotros siguen siendo capitales las residencias y el mundo del mayor, el trabajo que se hace es increíble”. Un alcalde que lee “La España Vacía” de Sergio del Molino” y que piensa que el mundo rural tiene que cambiar de mentalidad.  “Alcaracejos hace tiempo que optó por ser uno de los municipios claves, es fundamental porque genera puestos de trabajo y atendemos a nuestros mayores”.

En nuestra conversación surgen los gestos de agradecimientos y cómo el pueblo ha tenido gestos sencillos pero inolvidables. “Nos ha traído dulces caseros, bolsas de patatas, nos han dedicado vídeos, enviado mensajes”. En el capítulo de las anécdotas son muchísimas trabajando con complicidad, con desparpajo. Recuerdo las bromas  a las compañeras, hemos llorado mucho por momentos muy entrañables pero también hemos reído, no menos, con los residentes y con los disfraces, bromas celebraciones y pequeñas fiestas.

Y llegó algún momentos sino de debilidad si de preocupación cuando llegaban las informaciones de la calle sobre los numerosos fallecimientos en residencias. “Aunque estábamos encerrados en una burbuja y no teníamos tiempo, sí que seguíamos esto por redes y nos preocupaban las noticias que llegaban de historias dramáticas. Lo superaban cada noche, a las diez, en una reunión en la que se daban ánimos y fuerza. Así superamos los bajones. Si antes éramos  una piña, esto nos ha unido aun más”.

Ahora los trabajadores solo piensan en abordar la dificultad del periodo de abrir las puertas a los familiares porque somos un centro abierto y flexible que busca la complicidad de familiares pero ahora hay que preservar de nuevo los riesgos y aunque les da pena, porque buscamos que los familiares formen parte del centro, hay que evitar los contactos.

Y la reflexión final de una directora ejemplar con una ejemplar plantilla: “No lo entendemos como una heroicidad, sino como una gran experiencia de vida y personal. Esto se te queda para siempre, te da enseñanza y aprendizaje”.