Frente a aquellos que se ufanan de no leer ni escuchar los medios que consideran próximos a su pensamiento, Izquierdo, como yo, cree que hay que exhibir la miseria y provocar cada día la necesidad de resistencia y respuesta, porque la táctica del avestruz produce modorra y no excita la capacidad de reacción, dejando el campo libre a los osados difamadores.

"El gilipollas del año"
El tal Sostres, de nulo expediente académico, por cierto, y si  cito ese dato es porque forma en las filas de quienes tratan con menosprecio a cualquier político socialista adjudicándole el calificativo de analfabeto, por mucho que se trate del poseedor de una licenciatura que él no alcanzó, es autor de una serie de artículos  que pueden leerse en Internet en los que ha conseguido la rara unanimidad de ser calificado como “impresentable", "machista" y, sobre todo, "el gilipollas del año en Facebook".

Rentabilidad a base de polémicas
Supongo que personajes como él están encantados de despertar esas polémicas, en razón a la posible rentabilidad que produce atraer a un determinado número de lectores. Y esa debe ser la razón por la que le mantiene Pedro J. Ramírez, incluso después de haber retirado alguna de sus colaboraciones que habían despertado el malestar de buena parte de la redacción, como ocurrió también en Telemadrid.

Ataques a los socialistas
Si traigo hoy a colación al tal Sostres, con todo lo que está cayendo en España, es porque su último escupitajo pretendía articular una línea de ataque contra los dirigentes socialistas que han osado conectar con la opinión pública expresando su malestar con la reciente aventura cinegética real en Botsuana. El tal Sostres, con lenguaje más barriobajero que el de Ussía, que al menos  puede exhibir pedigrí, pero coincidente en el sentido señoritil  de los cortesanos que añoran la corte, insulta a Tomás Gómez llamándole incapaz, ignorante y zafio; a los miembros del PSC como causantes de todos los males de Cataluña y a Rubalcaba “por comprender a los críticos  con el viaje del rey y no hacerlo con las víctimas de ETA”.

El pueblo es "turba"
El pecado común es no haber aplaudido la idea de que “Don Juan Carlos está en su perfecto derecho de irse donde le plazca sin tener que pedir permiso de ninguna clase”. Y aún más. “La gran lección no es que la cacería haya sido inoportuna, sino que la monarquía es distancia, frialdad y poder simbólico porque con la campechanía, al final, la turba, que nada comprende y todo lo banaliza, se cree con derecho a fiscalizarte la agenda privada, el bolso y la vida.

El Rey desprecia a Sostres
Afortunadamente, el Jefe del Estado, que sabe muy bien que a su abuelo le echaron unas “turbas” en las que militaba lo mejor de la inteligencia española de los años treinta, ha reflexionado, o le han hecho reflexionar quienes no confunden la adulación con la lealtad. En Zarzuela se han encendido las alarmas y no han echado cuenta de los serviles. Por eso, el Rey, despreciando a Sostres, ha pedido perdón y ha hecho propósito de enmienda. No ha tenido que ser fácil, pero era el mínimo gesto exigible a quien no solo tiene que velar por su propio prestigio, sino el de la Institución que representa por mandato de la soberanía popular. Que no de las turbas ni de los cortesanos.