En cualquier caso, el presidente del Consejo no podría ocupar el puesto de presidente de la Corporación, la dirección Ejecutiva de la empresa, cargo que también ejercía Oliart, y que es el que da verdadero poder. Por ley, el presidente de la Corporación debe ser nombrado por el Congreso y contar con el respaldo de 3/5 de la cámara. Es decir, que obligatoriamente debe contar con el respaldo de, al menos, los dos partidos mayoritarios.

Dos consejeros sin mayoría
Los dos candidatos que buscan presidir el Consejo de Administración, cargo que sí puede ser elegido por los propios consejeros, son Miguel Angel Sacaluga, que está en el Consejo a propuesta del PSOE, y José Manuel Silva, que ocupa plaza a propuesta de CiU. Sacaluga, según se ha dicho a ELPLURAL.COM en fuentes del propio Consejo, “siguiendo sus modos de comportamiento habituales, se está moviendo maniobrando en la sombra”, mientras que Silva habría manifestado abiertamente a sus compañeros su disposición a presidir el Consejo.

Miguel Ángel Sacaluga, consejero casi eterno, lleva años queriendo ser el Presidente de la Corporación. En este sentido sufrió una gran desilusión personal cuando fue nombrado Luis Fernández, con el que vivió continuos enfrentamientos casi desde el nacimiento de la Corporación. También, apoyado especialmente en la ambición de alguna alta directiva, llevó a vivir situaciones muy difíciles al propio Oliart. Sacaluga, que tiene buena relación con Blanco y Rubalcaba, es visto sin embargo con desconfianza, sino con abierto desagrado, en Moncloa.

Consenso casi imposible en el Consejo de Administración
Por su parte José Manuel Silva podría agrupar en torno a sí los votos de los consejeros conservadores y nacionalistas. Pero llegar a consensos mayoritarios resulta muy complicado.

En estos momentos, y tras la salida de Oliart, la composición del Consejo queda formada por dos consejeros del PSOE, uno de IU, uno de ERC, uno de CiU, cuatro del PP y dos más representando a los sindicatos, uno para CCOO y otro para UGT.

RTVE se ha quedado “sin firma”
En cualquier caso, lo cierto es que un presidente del Consejo no podría llevar a cabo las acciones que sí tiene poder para ejercer el presidente de la Corporación. Por ejemplo, nombramientos o propuestas de nombramientos, inversiones de cuantía superior a la que tienen establecidas como tope los directores de las diferentes empresas que componen la Corporación… Es decir, como se ha explicado a ELPLURAL.COM, en estos momentos  “RTVE se ha quedado sin firma” y está condenada a una cierta parálisis en los próximos meses. Como esta situación de interinidad no está contemplada en los estatutos de la empresa, el propio Consejo ha pedido a la Abogacía del Estado que les asesore sobre una posible salida.

Para complicar todo más está el papel de los sindicatos, que en RTVE han llevado históricamente una política de desgaste contra el Presidente, al que quieren mantener lo más débil posible para mantener privilegios que, a menudo, acogotan el propio funcionamiento de la empresa y que les ha llevado a contar con un mínimo respaldo entre los propios trabajadores de la Corporación.

Oliart ya habría anunciado que se iba en otoño
La salida de Oliart se ha precipitado por el asunto de la firma del contrato entre RTVE y TBS, la empresa que dirigía su hijo, pero al parecer se trataba de una decisión que ya estaba tomada desde hacía meses por el octogenario presidente de la Corporación. Aunque no se había hecho público, en fuentes políticas se ha revelado a ELPLURAL.COM que Oliart ya había comunicado al presidente de gobierno que tras iniciarse la nueva temporada, en las primeras semanas de otoño, iba a dejar el cargo por razones personales.

Quienes le rodean han confirmado a este periódico que además de su absoluto desconocimiento del medio, lo que le hizo protagonizar algunas situaciones rayanas con lo cómico, el estado físico de Alberto Oliart, que siempre le dificultó ejercer plenamente su cargo, había empeorado a ojos vista. A sus 83 años, Oliart aparecía agotado no sólo por la exigencia del puesto, sino también por que se sentía perseguido por el PP, que le había retirado su confianza y había comenzado a pedir su renuncia casi de manera inmediata a su nombramiento, y por asuntos familiares.