La coincidencia de ERC y JxCat en preferir como mal menor al PSOE frente a PP-C ́s-Vox obliga a los partidos independentistas a buscar nuevos elementos de diferenciación entre ellos.

ERC se adelantó a JxCat en anunciar que en caso de necesidad perentoria (la llegada de la triple derecha a la Moncloa) apoyarían un gobierno de Pedro Sánchez, dejando para más adelante sus exigencias soberanistas. Los sondeos le han sonreído a los republicanos desde el primer día, situándolos en un empate técnico con el PSC, y anunciándoles una victoria holgada frente a JxCat, sus rivales y sin embargo socios de gobierno. Finalmente, la candidatura auspiciada por Carles Puigdemont, muy perjudicada por las encuestas, se ha sumado al mismo discurso: también auxiliaran al PSOE y Podemos si viene al caso.

Este abrazo del soberanismo oficial a Pedro Sánchez sin condiciones previas es muy criticado por el Front Republicà, la candidatura encabezada por Albano Dante (ex Podemos), formada por una parte de la CUP (Poble Lliure), Som Alternativa y Pirates de Catalunya, cuya aspiración es mantener vivo el recuerdo de la república del 1-O, sin concesiones al PSOE del 155. De hecho,en ningún caso, los candidatos de ERC y JxCat olvidan su reivindicación del ejercicio del derecho de autodeterminación a partir del diálogo con Madrid, un auténtico oxímoron político dado que los socialistas siempre han subrayado la existencia de un límite legal que obliga a cualquier gobierno sometido al ordenamiento jurídico a no contemplar supuestos no previstos en la Constitución.

La idea del independentismo de ayudar a frenar a la derecha sin dar un cheque en blanco a Sánchez que por su parte asegura que no aceptará pagar un peaje anti constitucional puede ser de compleja materialización. La aceptación de Sánchez como un mal menor complica la vida al candidato del PSOE en el tramo final de la campaña. En primer lugar, viene a sustentar en apariencia el discurso tremendista de la derecha sobre un pacto ya establecido de los socialistas con el independentismo para vender España, con todos los añadidos creativos de Casado y Rivera, desde la aceptación de la autodeterminación al compromiso de aplicar un indulto a los juzgados por el Tribunal Supremo, una exigencia nunca planteada por ninguno de los procesados, quienes mantienen inequívocamente su condición de inocentes.

La predisposición soberanista a impedir un gobierno de derechas aunque sea votando al PSOE supone un movimiento para retener el voto útil, temeroso de la involución social y la ruptura institucional respecto de Cataluña que pudieren protagonizar los líderes de la derecha en caso de obtener una mayoría absoluta. Los Comunes podrían ser los grandes perjudicados por este cambio y en menor medida el PSC y de rebote el mismo PSOE, cuyo presidenciable tiende a endurecer su discurso contra el independentismo para combatir las acusaciones de la derecha, aunque sea a costa de desanimar algún voto prestado de soberanistas pragmáticos.

El de los independentistas es, pues, un abrazo en beneficio propio, cuya vigencia práctica pudiere vencer el mismo día de las elecciones, en función de las ventajas que haya podido reportar esta coincidencia táctica a cada una de las opciones enfrentadas. La consecuencia inmediata de dicha coincidencia respecto del PSOE es que deben buscar nuevos factores de diferenciación electoral, porque lo que no ha variado en ERC y JxCat es el interés mutuo de proclamarse la primera fuerza independentista. El resultado es que JxCat vuelve a ser para ERC un partido de centro derecha liberal y para la candidatura de Puigdemont, los republicanos son aquellos que impidieron que el ex presidente de la Generalitat pudiera ser investido desde la distancia.

La aparición en la campaña de los candidatos en prisión preventiva ha ayudado a la confusión táctica entre las candidaturas rivales en un tono de gran emotividad, removiendo las tradicionales apelaciones a la unidad, que unos (JxCat) interpretan en la modalidad de listas únicas y los otros (ERC) en eventuales coaliciones electorales o post electorales. De momento, no se pasa de las buenas intenciones. La última novedad en este campo lo ha protagonizado la ex consejera de Ensenyament, Clara Ponsatí, actualmente instalada en Escocia para evitar a la justicia española.

Ponsatí, muy crítica con la falta de preparación del Procés, ha anunciado que cerrará la lista de Jordi Graupera en las elecciones municipales de Barcelona. La ex consellera forma parte de la candidatura europea de JxCat, encabezada por Carles Puigdemont. La opción municipal de Graupera, inicialmente apoyada por ANC, perjudicará tanto las opciones de ERC de conseguir ser la primera lista en la lucha por la alcaldía de Barcelona, como a las expectativas de remontada de la candidatura del PDeCat, con el exconseller procesado Joaquim Forn al frente. David Bonvehí, presidente del PDeCat ve como perfectamente compatible esta doble militancia electoral de Ponsatí, interpretando este cruce de intereses como una demostración del carácter transversal de JxCat.