En plena ofensiva de Vox contra los menores extranjeros no acompañados (MENAs), se lanzó una granada, que afortunadamente no explotó, a un centro de acogida en el distrito de Hortaleza, en Madrid. Si bien todavía no está clara la autoría ni la motivación, el hecho, al menos, tiene que llamar a la reflexión de quienes difunden mensajes de odio.

En cualquier circunstancia, esto sería calificado como un hecho terrorista, pero ni por esas la ultraderecha, con el inestimable apoyo del Partido Popular, ha dado su brazo a torcer. No se ha podido aprobar una declaración institucional de la Asamblea de Madrid condenando el ataque, por la negativa de los dos partidos mencionados. Es sabido que toda declaración institucional tiene que ser apoyada por el total de los grupos.

Cuando Vox se niega a apoyar un texto como el de la declaración, está reconociendo, de forma implícita, que su discurso es de odio. De otra manera no se puede entender su negativa. Lo del PP es más de lo mismo. Con presupuestos por aprobar en Madrid o Murcia, no quieren enfadar a quienes tanto necesitan. Por otro lado, estos dos partidos, tan exigentes con los demás a la hora de condenar la violencia, quedan retratados en sus contradicciones.

Particularmente graves son las declaraciones de los trabajadores del centro, que han dicho que no se trata de un hecho aislado, que son víctimas permanentes de grupos xenófobos.

El efecto colateral es la visibilidad que se ha dado al problema de los centros de acogida. Camas insuficientes, pocos profesionales y carencia de un plan de futuro para cuando los niños dejan de ser menores. Es urgente ampliar los presupuestos de financiación y evitar poner en la calle, sin más, a los chavales cuando cumplen los 18 años, sin familia, sin casa, sin recursos y con escasísima formación. Los organismos y las familias que trabajan en eso son claramente insuficientes.

Cuando hablábamos del peligro de la llegada de la ultraderecha a las instituciones, estábamos refiriéndonos a esto. No es cuestión de acusar a un partido sin pruebas, pero tampoco se puede pasar por alto que miren hacia otro lado. La condena sin ambages hubiera dado a los de Abascal algo de aire, pero han optado por la huida hacia adelante. Ciudadanos, una vez más, se desmarca de sus socios. Tarde, pero tienen la obligación moral de agarrarse a este clavo ardiendo que es hoy, para los votantes de derechas, la centralidad.

PSOE, Podemos y Más Madrid han cogido el toro por los cuernos y han llamado las cosas por su nombre. Para poner frente al espejo a los negacionistas, es muy clara la pregunta lanzada por Isabel Serra, diputada de Podemos: “¿Qué pasaría si no hubiera sido contra niños pobres y hubiera sido en la Puerta del Sol?”. Al que le quepa el sayo, que se lo ponga.

Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com