La campaña electoral dio el pistoletazo de salida, significado de que la cuenta atrás está en marcha. Tiempo para mantener la senda y continuar llenando las urnas con votos o para revertir el camino erróneo de los últimos meses. En este último saco se encuentra Ciudadanos, que languidece en las encuestas después de amenazar el segundo puesto de un PP que, a su vez, promete una extensa travesía por el desierto.

Pero los de Albert Rivera no han sabido aprovechar esta depresión postmarianista en la que se ha instaurado un radicalizado Partido Popular. De hecho, han retrocedido y luchan ahora por remontar un vuelo perdido por la dinámica tomada por la formación desde que Pedro Sánchez asumió los mandos del país tras la histórica moción de censura.

Ciudadanos fue capaz de poner en jaque al Partido Popular e incluso amenazar con el primer puesto en las encuestas. Pero para contemplar estos resultados habría que viajar hasta mayo de 2018, quince días antes del cambio de Gobierno. Metroscopia daba a Ciudadanos como gran vencedor electoral, con el 29% de los votos. De hecho, en este mismo sondeo, el PSOE de Pedro Sánchez se hundía en la profundidad que otorga el cuarto lugar y Podemos se situaba segundo.

Pero la historia ha dado un giro inesperado. La formación naranja se ha convertido en la tercera fuerza según las encuestas, pero con un 15% menos de apoyos. Una caída sustancial y varios son los factores que han alterado las predicciones electorales. Sin llegar a repetir estos resultados, Ciudadanos se mantenía en el 20% de los apoyos e incluso sobrepasaba a Casado. La tónica era la habitual. Sin embargo, el partido de Rivera perdía fuelle con el paso de los meses hasta ver amenazada la segunda posición en la derecha por culpa de Vox.

Vox y el centro

Precisamente ha sido Vox uno de los factores que ha llevado a Ciudadanos a caer sobre la lona y ceder protagonismo. Rivera ha sabido marcar la agenda al resto de partidos con la posición de la formación naranja con respecto a la crisis catalana, ejerciendo de dique de contención del nacionalismo. Las encuestas reflejaban esta ‘virtud’ ciudadana.

Pero el auge de Vox obligó a Rivera a tomar cartas en el asunto ante el goteo – o chorreo - masivo de votos que se preveía fugado a la extrema derecha. El plan del líder naranja no era otro que seguir la estela del espectro ideológico y virar a la derecha. Mientras los ultraderechistas marcaban la agenda política, Ciudadanos se desinflaba. El cortafuegos, como era de prever, falló.

Veto a Sánchez y al centroizquierda

La estratagema de Rivera no sólo no evitó el goteo de votos a su derecha, sino que le hizo perder apoyos también a su izquierda. Un espectro donde siempre se había movido Ciudadanos, recogiendo las nueces que el PSOE de Sánchez había olvidado por recortar distancias con Podemos.

Pero con su llegada al Gobierno y las presuntas concesiones a los independentistas, según Rivera y los suyos, han cerrado la puerta principal de su electorado. Ciudadanos ha impuesto un veto al PSOE constitucionalista y han hecho suyas las teorías de Casado y Abascal sobre la “traición” de Sánchez.

¿Qué ha pasado entonces con el votante de centro-izquierda? Ha regresado a su hábitat natural gracias a la estrategia del PSOE. Los socialistas han ocupado ahora ese hueco que había asumido la formación naranja con su llegada a las instituciones en 2015. El mensaje se ha radicalizado y las encuestas han castigado este viraje.

Sospechosas primarias

Además de los aspectos ideológicos, Ciudadanos ha visto como una bomba de relojería estallaba en sus entrañas. Las primarias de la formación naranja han desembocado en un goteo de quejas y sospechas sobre unos procesos internos que en la cúpula dan por zanjados.

Además, esta sombra se ha acrecentado cuando la ganadora de las primarias de Castilla y León fue Silvia Clemente, siempre bajo sospecha en el PP por corrupción. La expopular fue uno de los tantos fichajes que tuvo que hacer Ciudadanos para completar sus listas. De esto subyace una debilidad a nivel autonómico que el elector también ha comprobado de primera mano.

Así las cosas, todo apunta a que Ciudadanos, encarnado en Albert Rivera, ha perdido el músculo electoral que demostró en comicios anteriores. Su mala planificación y su afán por imponer un cordón sanitario al PSOE en lugar de, como le aconseja su admirado Macron, a la ultraderecha, han provocado un frenazo en seco de lo que prometía ser la primera fuerza del centro-derecha.