Acusaciones cruzadas entre candidaturas de pucherazo y amenazas de impugnaciones de mesas es lo que más se ha escuchado en las últimas horas de las primarias para la elección de los dos finalistas a suceder a Mariano Rajoy al frente del Partido Popular.

Por un lado, en Barcelona, dos interventores de la candidatura de María Dolores de Cospedal han anunciado que impugnarán los resultados de sus mesas, una en la sede del Eixample y otra en Sarrià por presiones a los votantes por parte de la candidatura de Pablo Casado.

Desde el equipo de la exsecretaria general, han rebajado la importancia de las posibles impugnaciones que pueda haber.

Por otro lado, según recoge El País, el equipo del ex vicesecretario de Comunicación también ha levantado la voz porque se haya dejado votar a afiliados no inscritos en Orihuela (Comunidad Valenciana), los cuales aseguraban que su ausencia en los listados era un error formal. Como publicó ElPlural.com, en esta localidad ya hubo problemas a la hora de inscribirse porque 315 militantes no pudieron inscribirse al encontrase su sede local cerrada a cal y canto y nadie respondía al teléfono.

También en Málaga se han recogido quejas de supuestas dificultades para votar y presiones por hacerlo a favor de Soraya Saénz de Santamaría.

En Ciudad Real, ha sido el interventor de Casado quien ha acusado directamente a las diputadas Rosa Romero y Carmen Quintanilla de intentar orientar a los votantes, así como que “no hay ningún tipo de privacidad” para ejercer el voto.

Normas difusas

La histórica jornada de democracia interna en el Partido Popular ha estado señalada por desde antes de iniciar por las muchas dudas que han sobrevolado su realización. Además, las normas para el desarrollo de la jornada de votación han contribuido a este descontrol.

Por ejemplo, en el PP de Madrid se ha enviado un comunicado a las mesas recordando que los interventores no se pueden identificar de qué candidato son después de que varios de ellos llevasen la fotografía de María Dolores de Cospedal.

Otra norma que está provocando confusión es que la organización ha decidido utilizar papeleta en la que hay que escribir el nombre, con el consiguiente riesgo de vigilar cuál se pone y hacer que sea impugnable si se escribe mal, doblada, no en sobre, y depositada en urnas de cartón, con lo que también se corre el riesgo de que se introduzcan papeletas adicionales. Esto ha provocado que la comisión organizadora ha tenido que aceptar como válidos los diminutivos: Cospe, Pablo, Joserra... según recoge El País.