El 22 de noviembre de 2010, el Boletín Oficial del Estado publicaba entre sus disposiciones una orden por la que se expedía Real Carta de Sucesión en el título de conde de Casa Galindo a Enrique María Lasso de la Vega y Valdenebro. Apenas seis años después de aquel nombramiento como ‘grande de España’, este sevillano volvía a aparecer en el BOE para convertirse, a propuesta de Soraya Sáenz de Santamaría, en Director General de Relaciones con las Comunidades Autónomas y Entes Locales.

Un puesto clave que desde la aplicación del artículo 155 llevó a Lasso de la Vega a controlar con tan sólo 33 años (nació el 5 de mayo de 1984) la maquinaria política de la Generalitat de Cataluña, siendo el encargado de despachar los asuntos ordinarios con los secretarios generales de las consellerías.

No cabe duda de que pese a su juventud, Lasso de la Vega ha sido uno de los puntales de Soraya Sáenz de Santamaría en el Gobierno de España. De hecho, antes de convertirse en Director General de Relaciones con las Comunidades Autónomas y Entes Locales, el sevillano ya trabajaba en el ministerio de la Presidencia como abogado del Estado adjunto, selecto cuerpo de funcionarios al que, por cierto, también pertenece la exvicepresidenta.


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Llamado a jugar un papel muy relevante
Según ha podido saber ElPlural.com, Lasso de Vega está considerado una de las jóvenes promesas del equipo de Soraya Sáenz de Santamaría. Fuentes del Partido Popular sostienen que si la exvicepresidenta logra hacerse con el liderazgo del PP, Lasso está llamado a ocupar un puesto más que relevante.

Pese a ello, es cierto que hasta la fecha, el noble andaluz, miembro también de la Junta de la Real Maestranza de Caballería, es un gran desconocido ante la opinión pública.

Llamado a ocupar más titulares en el futuro, una de las pocas ocasiones en las que se convirtió en noticia guarda relación con la noche en que se filtró un vídeo de Soraya Sáenz de Santamaría bailando en la feria de Sevilla. La entonces vicepresidente del Gobierno eligió precisamente la caseta de Lasso para marcarse sus bailes. Un detalle que no pasó desapercibido a muchos cronistas políticos.