“Podemos implosiona, otra vez” o “Nueva guerra en Podemos” han sido algunos de los titulares más recurrentes desde los meses previos a Vistalegre 2 hasta el presente. En ocasiones, se han utilizado en casos que se han sobredimensionado (a juicio de dirigentes de Podemos), y en otras, la ciclogénesis era tal que dichas palabras se quedaban cortas para la profundidad de la escisión. La madre de todas las batallas moradas se vivió en febrero de 2017. Ha pasado un año y tres meses desde que pablistas, errejonistas y anticapitalistas se enfrentaran en la Segunda Asamblea Ciudadana. Estamos en mayo de 2018 y los hechos registrados durante las últimas semanas se han empeñado en rebatir aquellos titulares ya que los acontecimientos han evidenciado que no se han producido implosiones en plural, sino que tan solo ha existido una guerra, Vistalegre 2, cuya resaca aún perdura y denota que las heridas nunca sanaron del todo.

En Podemos no hay "guerras" en plural. Solo hay una guerra: la que mantienen pablistas, errejonistas y anticapitalistas desde antes de Vistalegre 2

En el cónclave morado se decidía el rumbo político del barco llamado Podemos, así como los capitanes que comandarían el navío. Se votaron varios documentos, divididos en las categorías de Político, Organización, Igualdad y Ética, al mismo tiempo que se eligieron las personas que iban a componer la cúpula del partido (Consejo Ciudadano Estatal). Tres eran los proyectos que se debatieron -acaloradamente-: el de Pablo Iglesias, el de Íñigo Errejón y el de la corriente de Anticapitalistas, cuyos rostros eran Miguel Urbán y Teresa Rodríguez.

Las discrepancias entre las tres familias eran notables y públicas (hasta Iglesias y Errejón trasladaron sus diferencias a Twitter). Pero Vistalegre 2 terminó, los inscritos votaron, el secretario general morado ganó, pactó con Errejón que éste fuera candidato a la Comunidad de Madrid en 2019 y santas pascuas. Todos, al unísono, gritaron “unidad”. Pero la “unidad” no es algo que se logre de la noche a la mañana, y menos con asuntos pendientes. Los Papeles de Bescansa y el chalet de Pablo Iglesias e Irene Montero ha reabierto las heridas mal suturadas y ha puesto de relieve que, a día de hoy, las diferencias entre las tres familias continúan y son tangibles.

El chalet

La compra del chalet de 600.000 euros de Pablo Iglesias e Irene Montero y la consecuente consulta a las bases sobre su continuidad al frente del partido ha provocado una profunda escisión en Podemos. Mientras rostros conocidos como el cofundador Juan Carlos Monedero defiende a ultranza a su secretario general (hasta el punto de enfrentarse a una espectadora en el programa Liarla Pardo), otros dirigentes censuran la maniobra de Iglesias y Montero. El sector anticapitalista ha sido el más duro con la cúpula del partido.

La portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, Lorena Ruiz-Huerta, ha anunciado que “yo no voy a votar” porque la decisión de convocar una consulta “no es acertada” ya que la compra del chalet es una decisión personal y “no debe someterse a la consulta del partido”, entre otras cosas porque es “responsabilizar a la organización de las consecuencias”. “Arrastra con ellos a toda una organización política”, ha dicho en una entrevista en Al Rojo Vivo. Además, "es una decisión absurda, me preocupa que se fortalezca su posición de manera que luego no se permita la crítica interna. Me preocupa que se respete la libertad de expresión", ha remachado Ruiz-Huerta. Eso sí, ha mostrado su “apoyo y solidaridad a mis compañeros con lo que considero que es una operación de acoso y derribo de los medios de comunicación a una decisión que forma parte del núcleo personal”. 

En el caso del chalet, se han enzarzado pablistas y anticapitalistas, mientras errejonistas se mantienen al margen. Con los 'papeles de Bescansa', las familias eran las mismas pero con distintos roles

El eurodiputado Miguel Urbán, uno de los buques insignia del cuadro anticapitalista, considera que la consulta era “innecesaria”. A su juicio, “me hubiera gustado más ver consultas sobre programas que consultas de este tipo”, y ha matizado que lo que tocaba era denunciar el “acoso”.

El alcalde de Cádiz, José María González Kichi, ha publicado una carta abierta advirtiendo a Juan Carlos Monedero, defensor acérrimo de Iglesias, de que “la gente está dispuesta a perdonarnos que nos equivoquemos con casi todo, pero no de bando”. El alcalde, pareja de Teresa Rodríguez, ambas caras conocidas de la corriente de la izquierda Anticapitalista, ha protagonizado varios momentos de tensión y distensión con Monedero, quien llegó a acusarle de ser un “revoltoso” y no un “revolucionario”, al tiempo que alegaba que anticapitalista estaba aprovechando la coyuntura para ganar impulso y visibilidad. El propio Iglesias, recurriendo a la fórmula del 'no quiero, pero me meto', le ha lanzado un pequeño recadito: “Yo le defendí cuando le dio una medalla a una virgen de madera aunque no entendía bien esa decisión. Pero yo no era el alcalde”.

Tal y como publicó El Plural, el descontento de ciertos sectores a nivel interno, en un primer momento, no se circunscribía a la compra per sé, sino a que la adquisición podría colisionar con la retórica del partido. No obstante, todas las alarmas saltaron cuando Iglesias y Montero anunciaban un plebiscito interno, ya que entienden que no se deben utilizar los órganos del partido por una decisión personal y menos para legitimar la misma.

Al igual que el cuadro anticapitalista, según ha podido saber este periódico, la facción errejonista considera un “error muy grave” la consulta, puesto que pone en jaque al partido, sembrando un peligroso precedente: “El problema no será que pierdan la consulta, eso no va a pasar. El problema es que debe haber una participación masiva”. Asimismo, se muestran escépticos con un hipotético vacío de liderazgo a pocos meses de las elecciones autonómicas y municipales. Por estos motivos, el sector errejonista no hará sangre y no harán campaña contra Iglesias y Montero.

Los Papeles de Bescansa

En el caso del chalet, la lucha encarnizada la han protagonizado pablistas y anticapitalistas. Pero pocos días antes del conflicto fratricida, otro escándalo puso en jaque la convivencia entre las tres familias. Carolina Bescansa difundió erróneamente a través de su canal de Telegram un documento que incluía una propuesta para Íñigo Errejón: la diputada sería su número dos para Madrid 2019 a cambio de que el exportavoz la apoyara en unas primarias generales para destronar a Pablo Iglesias. Rápidamente corrieron caudalosos ríos de tinta. Bescansa alegó que era “un borrador que yo no había revisado” y Errejón lo calificó de “delirante e indignante”. Según el documento interno, la diputada morada sería la número dos para las elecciones a la Comunidad de Madrid en el año 2019 a cambio de que el secretario de Análisis Estratégico y Cambio Político se comprometiera a apoyarla de cara a unas futuras primarias nacionales para ser candidata a los próximos comicios generales.

Según pudo confirmar El Plural, sí que existieron negociaciones entre Errejón y Bescansa que, tal y como expuso el propio exportavoz, cristalizaron en el ofrecimiento a la diputada morada de ser número dos por Madrid. No obstante, fuentes internas aseguraron que “no conocíamos ese documento” y su contenido no era ni mucho menos el objeto de las negociaciones, ya que la propuesta del futuro candidato regional se limitaba a la inclusión en la lista como su mano derecha. Además, matizan que “no se trata de derrocar a Pablo”, sino de competir como ya se hizo en Vistalegre II, de manera virtuosa y sana.

Ya en Vistalegre II, junto con Nacho Álvarez, decidió no concurrir en ninguna de las listas, ni la pablista ni la errejonista. Además, protagonizó un tenso episodio con Irene Montero y el propio secretario general por unas declaraciones sobre Cataluña, hasta tal punto, que fue sustituida de la Comisión Constitucional. Su sillón fue ocupado por la portavoz parlamentaria en el Congreso de los Diputados.

Bescansa reprochó a la cúpula que su formación no tenga "un proyecto político para España" en pleno desafío independentista en Cataluña. "A mí me gustaría un Podemos que le hablase más a España y a los españoles y no solo a los independentistas", lamentó en los pasillos del Congreso. Unas palabras que rápidamente recibieron respuesta de Montero, quien restó importancia al relevo en el seno de la Comisión Constitucional y sugirió que los debates se generen en los órganos internos del partido, que es "donde corresponde" y donde quieren que se hagan estas cosas los inscritos de Podemos, en lugar de polemizar en los medios de comunicación.

Las presuntas irregularidades del Máster de Cifuentes precipitaron el calendario de Podemos en la Comunidad de Madrid. Desde que Pablo IglesiasÍñigo Errejón pactaron la candidatura del segundo para los comicios autonómicos de 2019, se ha dado por sentado que el secretario de Análisis Estratégico y Cambio Político sería el cabeza de lista. Pero lo que se preveía una alfombra roja se ha tornado en vía crucis. El secretario general de Podemos en la Comunidad de Madrid, Ramón Espinar, convocó al Consejo Ciudadano Autonómico el pasado miércoles para adelantar los tiempos y celebrar, a la mayor celeridad posible (primera semana de mayo), el proceso interno para proclamar a Errejón como candidato oficial.

Este cambio de plantes sobre el terreno disgustó al futuro candidato, quien admitió que “me hubieran gustado otros plazos” pero asume el mandato de “ganar la Comunidad de Madrid”. Pero Errejón no solo tiene que hacer frente al cronómetro, sino también a presuntas informaciones adulteras.

Fuentes internas cercanas al equipo de Errejón aseguran que, entre semejante maremágnum de informaciones que trascendieron en aquellos días, varias son “falsas” o contienen ingentes inexactitudes, y atribuyen a afines a Espinar las filtraciones adulteradas.


Espinar niega que se estén filtrando noticias falsas para boicotear a Errejón


El Plural contactó con el entorno del secretario general de Podemos en la Comunidad de Madrid, que desmintió categóricamente que estuvieran filtrando informaciones falsas para boicotear la candidatura de Errejón. Aseguran que “es más una cuestión de medios que de alguien del equipo de Espinar” y, en este sentido, “no cuestiono lo que se ha publicado porque los periodistas tenéis un compromiso con ser objetivo y neutro”, y sentencian: “Han sido muchos medios los que lo han recogido, precisamente porque es verdad”, y añaden, “quiere tener la firma para luego poder decir las siglas que van a ser, decidir si esta confluencia sí o esta no…”.

El secretario general de Podemos zanjó la polémica (porque en Madrid no quería “ni media tontería”) invitando a Espinar y Errejón a concurrir en una lista unitaria, una maniobra que no gustó a la tercera familia en discordia, los anticapitalistas, que decidieron no presentarse al proceso de primarias.

Cisma tras cisma, lo que se pone de manifiesto es que las heridas de Vistalegre 2 no sanaron. Los apósitos parecían funcionar, pero Podemos continúa sangrando no por guerras en plural, sino por una batalla que se libra desde hacía muchos meses entre las tres familias de Podemos: pablistas, errejonistas y anticapitalistas.