Algunos de sus rivales políticos le calificarían como un mentiroso compulsivo, aunque Francisco Granados es más un camaleón que se camufla según el escenario que le rodea. Algunos de sus ahora enemigos mediáticos, como Francisco Marhuenda, le tachan de “paleto” venido a más, pero el pasar de ser un hijo de agricultor a uno de los hombres más poderosos de la Comunidad de Madrid es algo que te forja el carácter y te otorga una capacidad de adaptación a prueba de bombas. Esta tarde, Granados volverá a ponerse bajo los focos en unas tablas  y con un director de escena diferentes: en la Audiencia Nacional y con el juez de Púnica, Manuel García Castellón.

Desde que fuera detenido por su supuesta implicación en la Púnica, Granados ha ofrecido varias funciones. Ha hablado con periodistas, ha comparecido en la Asamblea de Madrid, ha declarado en la Audiencia Nacional y hasta en el Congreso de los Diputados. A veces incluso por videoconferencia desde la cárcel. Y cada vez dice una cosa y la contraria.

Este martes le pudimos ver en el Congreso de los Diputados, en la comisión de investigación de la presunta financiación irregular del PP. En sede parlamentaria, e interrogado por los partidos de la oposición, Granados se comportó como el empleado del mes de Génova. El PP le ha expulsado pero él insistía en hablar de “mi partido” y en negar que hubiera visto nunca ni sobres ni dinero negro en la formación.

La comparecencia de Granados solo valió para que un secretario judicial le entregara su citación para afrontar la querella de Cristina Cifuentes por implicarla en la caja B del PP de Madrid y acusarla de haber tenido una “relación sentimental” con Ignacio González. En la primera cita con Cifuentes, Granados no se presentó porque la Policia no le pudo encontrar para notificarle. Así que todavía queda por ver cómo se comporta el exconsejero madrileño en el escenario del Juzgado de Instrucción número 3.

A lo que se enfrenta esta tarde es a la tercera parte de su declaración, desde que empezará a colaborar con la Justicia. Un cambio de criterio, por cierto, que cuadra con su cambio de abogado, que ahora comparte con Álvaro Pérez El Bigotes, destacado cantarín de la Gürtel. En su primera cantada Granados soltó la bomba que salpicó a Cifuentes y en la segunda se dedicó a hablar de Valdemoro, porque no dio tiempo para más.

Sin embargo, hoy sí parece que se volverá al meollo de la financiación irregular y Granados está dispuesto a seguir cargando contra la actual presidenta madrileña. Porque, además de meterse en su vida privada y de situarla en el “núcleo duro” que organizaba las campañas paralelas de Esperanza Aguirre pagadas por empresarios, dijo que a Cifuentes estaba vinculada a la empresa Licuas, propiedad de Joaquín Molpeceres.

Este empresario aparece como uno de los donantes de la caja B del PP, de los que daban dinero negro según los papeles de Bárcenas. La relación estaría en que Molpeceres "mantiene relaciones con los socios del marido de Cifuentes". Y según señalan desde el entorno de Granados, esta tarde está dispuesto a responder a lo que haga falta sobre el marido de Cifuentes. El telón vuelve a abrirse para el camaleónico Granados.