El invierno del año 2018 está siendo más que frío para el Partido Popular. Día sí, día también, algún imputado o testigo deja helados a los de Mariano Rajoy por tirar de la manta. En sede judicial, la rama valenciana del caso Gürtel ya se encuentra en fase testifical, y en primavera se espera la sentencia de la primera etapa la trama. Entretanto, en sede parlamentaria, la comisión de investigación de la presunta financiación irregular del PP continúa con sus trabajos. Ya han comparecido rostros ilustres, auténticos buques insignia de la formación. Y se esperan más. La tormenta continuará, al menos, hasta octubre. ¿Quién falta por acudir? ¿Cuándo irá? ¿Qué dirán?

Tras la declaración de Álvaro Pérez, alias El Bigotes, del pasado martes 20 de febrero, en la que señaló al marido de María Dolores de Cospedal, Ignacio López del Hierro, y a un amigo íntimo de Rajoy, Ángel Piñeiro, la comisión tiene sesiones fechadas hasta el mes de abril. El próximo 6 de marzo declararán Ricardo Costa, exsecretario general del PP en la Comunidad Valenciana y Francisco Camps, expresident de la Generalitat; y el 13 de marzo desfilarán David Marjaliza y una de las ranas de Esperanza Aguirre: Francisco Granados. El 20 de marzo será el turno de Cristina Cifuentes y Beltrán Gutiérrez (exgerente PP madrileño); el 10 de abril irán Ignacio González y Esperanza Aguirre, y el 17 de abril el empresario Ramón Blanco Balín.

A estas cuatro comparecencias, divididas en dos sesiones, habría que sumar al menos otras dos. López del Hierro será citado tras ser señalado por El Bigotes, aunque fuentes parlamentarias consultadas por El Plural aseguran que su sesión deberá celebrarse a partir de abril. La declaración de Marcos Benavent, más conocido como el Yonki del dinero, estaba prevista para el mismo día que El Bigotes, pero por un error en la notificación, no fue citado y deberá celebrarse una “sesión escoba” (en palabras del presidente de la comisión, Pedro Quevedo).

Buena parte de los que deberán desfilar ante la comisión de la caja B del PP ya lo han hecho ante los tribunales. El exsecretario general del PP Valenciano, Ricardo Costa, fue uno de los arrepentidos cuya declaración ha puesto en jaque los cimientos populares. El técnico A4, más conocido como cohete V2, fue el primer misil balístico de combate de largo alcance (fue desarrollado durante la Segunda Guerra Mundial en Alemania). Era devastador. “Es cierto que el PP se financiaba con dinero negro” por orden de Camps, declaró Ricardo Costa. Ese fue el V2 que el que fuera secretario general del PPCV le dedicó a la formación. Sus palabras resonaron -y resuenan-, en cada rincón de España. El exsecretario general del PPCV se arrepintió de los hechos (“lo supe y no lo impedí”) y ha desatado un auténtico vendaval. Ahora, la Fiscalía investiga los indicios contra Francisco Camps, quien ya fue citado a declarar por los sobrecostes en la Fórmula 1, e Izquierda Unida pide incorporar la confesión de Costa en Gürtel al caso de la caja B.

Camps, que coincidirá con Costa ya que ambas declaraciones se celebrarán durante la misma sesión, proseguirá con su estrategia de “no sé nada”. Tras ser señalado por Costa como el ideólogo y responsable de los pagos en B, se defendió negando “rotundamente” que se hubiera producido algún tipo de irregularidad en la financiación del PPCV. Reconoció que es “dolorosísimo” ver a quienes fueron sus colaboradores en el banquillo de los acusados, como su “número dos” en el partido Costa, y subrayó que “el derecho a la defensa no da derecho a la ofensa, al tiempo que aseguraba que le parecía “inexplicable” que ahora se le mencione durante el juicio: “Sin hechos concretos, porque no los hay, porque jamás he dado ninguna orden para que se cometiera ninguna ilegalidad”.

El expresidente de la Generalitat Valenciana también deberá responder, si así lo desea y no se acoge a su derecho de no declarar, sobre las irregularidades por la Fórmula 1, caso donde fue citado por sorpresa.

La legión de arrepentidos que acorrala a un PP que se ahoga en su propio fango

Otra de las comparecencias que promete es la Francisco Granados. Se prevé que pueda acogerse a su derecho a no declarar ya que está inmerso en un proceso judicial. Lo que sí se conoce a ciencia cierta son las aristas por las que será preguntado.

Tras su declaración -a puerta cerrada- en el marco del caso Púnica, trascendió que Granados situó a Ignacio González, Esperanza Aguirre y a Cristina Cifuentes en la estructura de poder con responsabilidad sobre las campañas financiadas en B (2007 y 2011). Granados subrayó que todos los nombramientos los hacían González y Aguirre, y que hasta el último de los departamentos de prensa eran nombrados por ellos. De hecho, matizó que en ocasiones mandaba más González. Pero la campanada llegó al final del concierto de la rana más cantarina, cuando el exconsejero mentó a la actual presidenta de la Comunidad de Madrid y líder del PP regional. Granados relató que Cristina Cifuentes es nombrada en 2005 número tres del partido y que se convirtió en la mano derecha de González: era sus ojos y sus oídos. Acumuló mucho poder y responsabilidad. Incluso, el exconsejero ha apuntado que en ocasiones Cifuentes se jactaba de que no mandaba González, sino ella. No obstante, Granados no se ha limitado a detallar su estrecha relación profesional, sino que también ha apuntado a una relación sentimental entre Cifuentes y González.

Precisamente, la presunta relación de tipo sentimental que señala Granados fue la que dinamitó el núcleo de control de González en la estructura de poder. Una guardia pretoriana que estaba conformada por Isabel Gallego, exdirectora de Comunicación de Aguirre (ya imputada en la causa); Jaime González Taboada, exnúmero tres de Cifuentes en el Ejecutivo regional y actual senador del PP; el consejero Borja Sarasola y el premio gordo, Cristina Cifuentes.

Ante la comisión de la caja B ya han desfilado cinco de los siete extesoreros del PP: Luis Bárcenas, Rosendo Naseiro, Ángel Sanchís, Carmen Navarro (actualmente en el cargo) y Álvaro Lapuerta, quien no compareció por demencia sobrevenida. Pero, ni por asomo, han sido o son las sesiones más dolorosas para los populares. Y es que, aún falta la joya de la corona. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, quien ya hizo historia al erigirse como el primer presidente con el dudoso honor de haber tenido que declarar en un juicio por corrupción, también deberá desfilar por sede parlamentaria.

Los trabajos de la comisión se espera que puedan terminar en octubre de este año, pero podrían demorarse por la necesidad de incorporar nuevas sesiones. Se prevé que Rajoy cierre las comparecencias. En otras palabras, lo mejor -o peor, según se mire-, está por llegar.

El peor momento de Rajoy está por llegar