La historia de Osama comienza, como muchas otras, con una guerra. Corría 2012 y el enquistamiento de la oleada de violencia desencadenada a raíz de la represión de las –en su día- Primaveras Árabes en Siria acababa desembocando en guerra civil. A orillas del Éufrates, Diere z-Zor era por entonces el hogar de Osama Abdul Moshen, su mujer Muntaha, y sus cuatro hijos. Un hogar hoy devastado por el conflicto, convertido en ciudad fantasma: que simplemente ya no existe. Centenares de miles de familias sirias se vieron forzadas a dejar sus casas con Turquía como principal destino, muchas otras, entre ellas de la Osama, obligadas a tomar la decisión más difícil. Separarse se vislumbraba como la única opción para alcanzar juntos el sueño de Europa, para llegar a Alemania. Osama partía con Mohamed, de 18 años, y Zaid, el pequeño de la familia, de por entonces 7 años. Muntaha y el resto de la familia aguardarían en Turquía.

Osama Abdul Mohsen consuela a su hijo justo después de levantarse de la caída al suelo que le provocó la zancadilla de Petra Laszlo

En septiembre de 2015, una frontera, la de Hungría, y un pie, el de la cámara Petra Lazslo, se interpondrían en el destino de Osama. La imagen de la zancadilla propinada por la reportera húngara, haciendo caer al suelo al Zaid y su padre mientras trataban de huir de la policía, se convirtió en viral en cuestión de horas. Al igual que sucediera con la imagen del cadáver del pequeño Ailan, o de Omran, el niño sirio captado en estado de shock tras ver como su casa era bombardeada, la caída de Osama logro durante unas horas remover las conciencias de Occidente acerca de la situación de millones de refugiados.

Ajeno a la oleada de micro empatía que la imagen de su incidente en la frontera húngara suscitaba en medio mundo, Osama recibía la llamada que cambiaría su vida. “A raíz de esa zancadilla, todo el mundo pudo ver como un padre y su hijo eran golpeados sin motivo por una periodista. Recibí la invitación de varias instituciones que se enteraron de mi labor como entrenador en mi país y humanamente me ofrecieron un trabajo e ir a España a vivir, relata.

Tan solo unos días después de que el vídeo se viralizara, Osama, Zaid y Mohamed eran recibidos en el aeropuerto de Madrid ante una extraordinaria expectación mediática.

Fotos, platós, entrevistas, recepciones oficiales... En cuestión de semanas, la mitad de la familia Abdul Mohsen había pasado de sobrevivir en la incertidumbre del asilo europeo, a compartir palco con Emilio Butragueño mientras el pequeño Zaid saltaba al césped del Santiago Bernabéu de la mano de Cristiano Ronaldo.

La mitad de la familia Abdul Mohsen pasó de sobrevivir en la incertidumbre del asilo europeo, a compartir palco con Butragueño

Una vez pasada la primera oleada mediática, tocaba asentarse. Mohamed se mudó a Barcelona, donde comenzó a cursar sus estudios universitarios tras superar con éxito la selectividad. A Osama le esperaba un contrato, según él afirma, ofrecido por la Fundación Real Madrid y concretado a través de un contrato empleo en la sede de Getafe del Centro Nacional de Entrenadores de Fútbol (CENAFE). Un compromiso que se completaba con la asunción por parte de esta institución de los gastos de vivienda durante la estancia de Osama y Zaid en España.

“Firmé un contacto con la Fundación Real Madrid, ese fue mi único trato al llegar. Ellos me prometieron un contrato de larga duración como entrenador en España. Sin embargo, al final todo se canalizó a través de CENAFE”, sostiene Osama. Una afirmación que sin embargo se desmiente desde la Fundación, quienes afirman que se trató desde un primer momento de una iniciativa única y exclusivamente de CENAFE, a la que el Real Madrid tan solo aportó la invitación al Santiago Bernabéu.

Reagrupamiento familiar imposible

De la forma más inesperada, la mitad del sueño europeo de Osama y su familia se había cumplido. Aún quedaba lo más importante. “Una vez asentados en Getafe nuestra prioridad era traer a mi mujer y mis hijos a España. Nos dieron un plazo de 10 días para poder traer aquí los documentos de antecedentes penales desde Siria. Sin embargo, en diez días era imposible realizar esa gestión, por eso nos rechazaron la solicitud”, recuerda. Una solicitud que fue trasladada a las más altas instancias, a través de una carta que, según cuenta, hizo llegar hasta el propio Mariano Rajoy, tratando de aprovechar -finalmente sin éxito-  su visibilidad mediática del momento.

La reagrupación familiar se antojaba imposible a corto plazo, y la situación de Osama en España se complicaba. A pesar del compromiso adquirido, tras expirar el año de duración de lo que en un principio debía ser tan solo el primer contrato entre ambas partes, CENAFE decidió rescindir su relación con Osama y no renovar su contrato, aduciendo el nulo interés que este mostró por aprender español. Ante el requerimiento de más información por parte de El Plural, la respuesta de la escuela tan solo recalca que Osama ya no forma parte de la escuela, y reafirma su falta implicación a la hora de aprender el idioma como única causa.

Fue despedido por su "nulo interés" por aprender español, algo que niega

Osama por su parte niega estas afirmaciones. “Yo hice el esfuerzo de aprender español. Incluso me matriculé en una academia por mi cuenta para poder mejorar cuanto antes. No encontré ayuda de CENAFE en ese sentido, fue iniciativa mía personal”, sostiene. Tratando sin embargo de desvincular esta situación de una posible instrumentalización mediática del caso por parte de CENAFE, y principalmente su máximo responsable Miguel Ángel Galán -habitual futurible para la sucesión de Villar en la presidencia de la Federación Española de Fútbol-. “Es verdad que Miguel Ángel ganó mucha popularidad gracias a mi caso, y que posiblemente esta posición le beneficie de cara a su carrera en la Federación. Pero yo no puedo juzgar si él se aprovechó o no de esta situación. Eso corresponde a la opinión pública”, defiende Osama. “El problema con mi contrato fue el salario que recibía. La situación económica en España es muy complicada, y sé que es un impuesto que estoy pagando”.

“Espero poder volver, pero en CENAFE no tengo ya ninguna confianza. Me sentí engañado. No cumplieron su palabra”.

La renovación del contrato de Osama nunca llegó. El “nuestro apoyo no tiene fecha de caducidad” que sostenía el centro tras la llegada de Osama y su familia a España, se convirtió en un “no podemos seguir regalando un sueldo”. Se marchó a oportunidad de establecer un proyecto de vida con garantías en España, y con ella el foco mediático sobre su historia. Octubre de 2016, mes en el que se anunció la no renovación del contrato, fue el ocaso mediático del 'fenómeno Osama'. A partir de entonces, el ostracismo que había marcado el camino la familia desde el inicio de la guerra en Siria, pasó de nuevo a ser de habitual. Su historia volvió a ser anónima.

“Durante el segundo año viví gracias a la ayuda que recibía del paro, y al contrato de alquiler de dos años del piso que me proporcionó CENAFE, que acababa a finales de octubre”, relata. A pesar de esta situación de incertidumbre, Osama, actualmente en Turquía junto a su familia, se muestra esperanzado ante la oportunidad de rehacer su vida en España junto al resto de su familia. “Antes de verano, me reuní de nuevo con el Real Madrid. Les entregué toda mi documentación y me prometieron que arreglarían toda mi situación. Tengo esperanza en ello, y espero poder volver, pero en CENAFE no tengo ya ninguna confianza. Me sentí engañado. No cumplieron su palabra”.

Imagen de archivo de Miguel Ángel Galán, presidente de la escuela nacional de entrenadores de futbol Cenafe cuando logró traer a Osama a España

Quiere volver a España

Aun a la espera de una respuesta por parte de la Fundación Real Madrid, que por su parte niega el compromiso, el futuro inmediato de Osama pasa por tratar de regresar a España, esta vez, junto a su familia. “Mi intención es volver de Turquía con toda mi familia antes de final de año. Ahora la situación ha cambiado. Como tengo residencia de cinco años, espero poder hacer una reagrupación familiar con la que no haga falta el certificado de antecedentes de mi mujer”, comenta esperanzado.

Firme en su determinación de volver a España –pese a afirmar tener oportunidades de trabajo en otros países-, y consciente de falta de apoyo que el Gobierno español ofrece a los refugiados sirios en comparación con otros países europeos, Osama explica la decisión de su familia. “Creo que España es el mejor país europeo para vivir. El español es un pueblo acogedor, solidario, y muy rico culturalmente. Me he encontrado muy a gusto en España, no me he sentido extranjero en ningún momento”. “Es cierto que en otros países, como Alemania, la situación en mucho mejor: ofrecen mejores y más duraderas ayudas económicas, formación y recursos para encontrar trabajo. Pero creo que España es el mejor lugar para mi familia. Mis dos hijos ya están completamente integrados, y espero poder volver cuanto antes con toda mi familia”.

Traducción Marwan El Buruni

Twitter de Carlos H. de Frutos