Ojo al tratamiento de aliado preferente. Que si formato de alto nivel, que si se hospedará al lado de la Casa Blanca y que si rueda de prensa conjunta en los jardines de la gran mansión. Artes de seducción en un momento muy especial para Donald Trump en el que lo que menos le importa, de cara al menos a su opinión pública, es si España se rompe o no este próximo domingo.

Ahí está el nefasto recuerdo de la “estrecha relación” de George Bush y su fijación con Irak con un Aznar dispuesto a dejarse querer por aquello de que llevarse bien con el jefe norteamericano “vende” mucho. El resultado, unas armas de destrucción masiva que nunca aparecieron y el mayor atentado que ha sufrido nunca un país europeo.

La historia siempre se repite, aunque con novedades. Es difícil que Rajoy ponga los pies encima de la mesa cuando esté al lado de Trump y es más probable que se le atasque el inglés si en algún momento pretende sacarlo del contenedor de idiomas en el que ahora debe estar centrifugando el catalán.  

Pero, ¿por qué corteja Trump al presidente español en este momento?